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El enorme brillo del INAH

El Instituto Nacional de Antropología e Historia pronto será nonagenario, pues forma parte de aquella cauda de instituciones, todas ellas muy benéficas, fundada por el general Lázaro Cárdenas del Río cuando fue el presidente de la República.

En la historia del INAH hay de todo, es cierto, lo mismo que en la actualidad no está exento de una serie de vividores prestos a medrar y alérgicos a trabajar. Cuando tuve acceso a la información, hace algunos años, solamente la tercera parte de los investigadores reputados “de tiempo completo” pertenecían al Sistema Nacional de Investigadores… Sin embargo, debe reconocerse que ese 33 por ciento era y es capaz de “darle diez y las malas” a muchos otros cónclaves académicos presuntuosos.

De ello da una clara muestra la retahíla de trabajadores de campo y de archivo que se han sumado al trabajo en el sureste de México ante el clamor de la inmensa obra del llamado Tren Maya y el que hará las importantes veces de un canal o de una carretera que vaya de un mar al otro en el istmo de Tehuantepec…

Especialmente los arqueólogos, que constituyen la primera fuerza de la institución, se están cubriendo de gloria dando pie a que se produzca en el sureste, también desde el punto de vista cultural, una verdadera trasformación académica que mejorará sobremanera el conocimiento que se tiene del pasado de esa región y lo aprovechará incluso para beneficios cotidianos de quienes en ella viven.

Bien cierto es que puede hablarse también de una “revolución cultural” maya, después de tantos años que lo único que se hizo en el patrimonio arqueológico del sureste mexicano fue medrar de él.

Su abandono a favor del norte resultó patético, hasta que el actual gobierno decidió “echarle todos los kilos” dando lugar, como ya se empieza a percibir, a una verdadera reanimación de toda la comarca.

Desde la época de Luis Echeverría no se realizaba una inversión de cierta magnitud cultural en el sureste, aunque cabe reconocer que la actual es muchísimo mayor y mejor.

Bien puede decirse que el sureste de México habrá mejorado muchísimo al término de este sexenio…

Pero además del desarrollo particular de dicha región, se percibe en el sureste el principio de cambios importantes en el resto del país. Piénsese que se anuncia una recuperación de los ferrocarriles, después de que les dio la puntilla el gobierno de Zedillo para ensanchar sobremanera el mercado de las empresas de autotransporte carretero en beneficio de capitales ya se sabe de dónde… que se fueron imponiendo a lo largo de esta época “neoliberal” en la que se conjugaron intereses de la peor ralea.

Ante el hecho de que en otros continentes se ha reanimado el uso del ferrocarril, la arremetida de los “emisarios del pasado reciente” se basó en la defensa ecológica, misma que no le preocupó a ninguno de ellos cuando se cargó contra la ecología en otras latitudes, como es el caso de la nueva carretera a Puerto Vallarta, que no es precisamente el medio de transporte menos contaminante. No se hizo caso de que en el sureste se tuvo especial cuidado en lesionar lo menos posible el medio ambiente, a diferencia de la dicha carretera nayarita.

¿Cuántas estupideces han dicho sobre el trabajo en el sudeste quienes no tienen ni la más pequeña idea del devenir de dicha región ni habían manifestado antes el más mínimo interés por ella, de no ser el de ir a calentar la panza en sus playas?

Una cosa tengo clara, además del mérito de quienes construyen nuevas vías de comunicación: el trabajo del INAH es en verdad notable, de importancia suma y motivo de orgullo de quienes están en verdad comprometidos con la vida de dicha benemérita institución y no piensan solamente en medrar con ella.

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jl/I