INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Rasgos de la señora Gálvez

Por razón propia de mi avanzadísima edad resulta normal que ningún candidato me haya echado un lazo para coadyuvar a su campaña. Estoy, pues, observando todo lo que puedo “desde la barrera”.

Es el caso de que toda mi vida me ha interesado el devenir de la sociedad a la que pertenezco conscientemente desde hace casi 70 años, de modo que no puedo dejar de saber y procurar entender lo que pasa en ella.

No escribiré, pues, a favor de ningún candidato, pero sí me reservo el derecho ciudadano de opinar.

De la señora Gálvez, por ejemplo, no sé si por falta de conocimiento de la realidad nacional o por simple desidia, he echado de menos propuestas positivas de lo que haría si ganara las elecciones. Cotidianamente aparece en la prensa pero manifestando su animadversión a los asuntos más diversos. Dicho de otra manera, tal parece que le organizaron una campaña en contra de sus rivales, pero no en verdadero favor de nada.

Su lamentable y grosera agresividad durante la comparecencia del domingo dejó claro que es “más ordinaria que un telegrama de a peso”. Entre una avasalladora serie de diatribas, críticas y arremetidas, sólo recuerdo unas pocas propuestas de poca monta y alguna de plano en verdad tonta: la de jubilar a la gente a los 60 años… Solamente en fecha reciente soltó algunas intenciones de gran calado que, en verdad, resultaron alarmantes, como fue el caso de su pretensión de reanimar la privatización de toda la economía nacional, como la que le hizo ya tanto daño al país.

¿No se habrá enterado, tan grosera señora, que dicha política, que arrancó a finales del siglo pasado, cuando ella ya era importante en el gobierno, fue precisamente la que dio lugar a la crisis económica y social de la que no alcanzamos a salir, así como a un aguzado empobrecimiento de las clases bajas, el consecuente deterioro de la seguridad pública y la resultante abrumadora victoria de López Obrador hace seis años?

Podrá tener muchos conocimientos, pero lo que es de historia mexicana reciente no parece entender nada.

He de lamentar también que en Jalisco se esté llevando entre las patas al candidato a gobernador que se postula por Movimiento Ciudadano, con tantas ganas como éste le ha echado.

Si el partido de Lemus es otro, que tiene su propio candidato presidencial y no es de malos bigotes, ¿por qué la insistencia en hacer creer que Lemus y ella son de la misma ralea?

Deja con ello la sensación de que se está agarrando de donde sea, sin importarle que dañe buenas posibilidades de gente de otros partidos, como es el caso de quien tenía más posibilidades de gobernar Jalisco antes de que ella se le colgara del brazo.

Lo que sí le admiro es la gigantesca colección de huipiles de extraordinaria calidad, belleza y, supongo, también precio. Hay en ella una inversión notable que sabe aprovechar ostentándola con gran intensidad. En cierta medida me recuerda a la señora Zuno de Echeverría, a quien criticaron tanto por sus “atuendos folclóricos” muchas encopetadas damas que ahora le aplauden a doña Xóchitl.

Recuerdo, con tristeza, un aserto de un ameritado político de muy vieja guardia: lo peor del sistema político mexicano actual, que tiene mucho de criticable, es precisamente la oposición.

Quizá podamos decir aquello de que “no tiene la culpa la india sino quien la hace comadre”.

[email protected]

jl/I