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Improvisación y ‘restauración’

(Resultado. A la izquierda, el original; arriba, la primera intervención y abajo, el intento de arreglarla. Foto: Especial)

El intrusismo profesional y la falta de regulación de la profesión de restaurador de obras de arte subyacen en el último (e hilarante) caso de restauración fallida de una obra de arte en España. La víctima de la monumental chapuza es un lienzo al óleo copia de una de las obras que el pintor Murillo dedicó a la Virgen de la Inmaculada Concepción. 

Este nuevo caso de restauración fallida de obra pictórica ha sucedido en Valencia, donde un coleccionista de arte privado acudió a los servicios de un restaurador de muebles y espejos para acometer la limpieza de una copia de una obra del pintor barroco español Bartolomé Esteban Murillo y obtuvo como resultado un lienzo con una imagen burda, totalmente desposeída de sus trazos originales. 

La obra en cuestión es copia de una de la veintena de Inmaculadas que llegó a pintar este artista español, quien en su tiempo renovó la iconografía sobre la Inmaculada Concepción, habida cuenta de la devoción que se profesaba a esta virgen en su ciudad natal de Sevilla. Pero el cuadro que entregó el coleccionista valenciano y el que recibió tiempo después recuerda mucho a otra célebre chapuza, la que en 2012 perpetró la voluntariosa feligresa Cecilia Giménez, cuando intentó restaurar un fresco mural de Ecce Homo (representación de Jesucristo según el pasaje evangélico que da cuenta de su flagelación) en el Santuario de la Misericordia, situado a 5 kilómetros de la localidad zaragozana de Borja. Su empeño, de consecuencias tan desastrosas como hilarantes, alcanzó una popularidad global. 

En esta ocasión, el coleccionista afectado (que pagó mil 200 euros por la restauración) ha terminado por acudir a un especialista conveniente formado. Este tipo de actuaciones evidencia la proliferación en España de prácticas intrusionistas, aberraciones por las que el diverso patrimonio artístico del país sufre daños innecesarios. Desde la Asociación Profesional de Conservadores y Restauradores de España (ACRE), subrayan que este tipo de actuaciones son “desgraciadamente más frecuentes de lo que se piensa”. Según su coordinadora, María Borja, tan sólo hay constancia de los casos que saltan a la prensa o a las redes sociales. 

Una profesión sin regular 

El problema subyace en que la profesión del conservador-restaurador no está regulada por ley española. En la ley 4/1998, de 11 de junio del Patrimonio Valenciano no se menciona tal ocupación y tampoco se especifica quién está capacitado para “intervenir un bien de interés cultural (BIC), sea mueble o inmueble”, explica Borja. 

En el texto legal aludido, los propietarios de este tipo de bienes tienen la obligación de informar a la administración siempre que planeen iniciar una intervención. Pero en el caso valenciano, a menudo el propietario no tiene declarada la obra frente a la Consejería de Cultura, por lo que no está obligado a comunicar los trabajos de conservación o restauración que tiene previsto acometer. 

Así, la administración no ejerce ningún tipo de control sobre las personas que pueden ejecutar esas tareas que, al igual que en este último caso, pueden carecer de la formación adecuada. En ACRE recuerdan que la profesión de restaurador se imparte en centros oficiales, que emiten títulos superiores. Y los profesionales se rigen por un código deontológico a nivel europeo. En esta asociación también mencionan otros casos de restauraciones fallidas, como “las Figuras de Rañadoiro, en Asturias; el San Jorge de Estella, Navarra, que incluso llegó a los tribunales; o La Dolorosa de Arucas, en Las Palmas de Gran Canaria”. 

En principio conviene diferenciar dos tareas. Una atiende a la limpieza y otra, a la restauración. La primera es simple y relativamente fácil de ejecutar, y la segunda es mucho más complicada. Sólo los profesionales formados pueden realizarla con garantías. 

“La limpieza se hace con productos inocuos”, explica a Sputnik el pintor Luis Gamo Alcalde, quien se ciñe en todo momento al caso de lienzos pintados al óleo. “Se utiliza una cantidad pequeña de un tipo de jabón neutro diluido en agua y se van dando pequeños toques”. Este artista de Guadalajara, de amplia trayectoria, resalta que las técnicas de restauración atienden a “muchos criterios” y dependen de la técnica de pintura empleada. Por ejemplo, explica, “unos dicen que no se puede restaurar una pintura al óleo utilizando óleos, sino acuarelas. Y hay criterios que mantienen que la parte restaurada tiene que diferenciarse de la parte antigua”. 

Aunque en principio no entraña demasiada dificultad, lo importante en toda labor de limpieza o restauración es no generar ningún tipo de residuo. El problema surge cuando los lienzos están muy deteriorados o han surgido barnices. “Entonces el proceso es diferente”, explica Luis Gamo. “Y eso es más complicado, porque se trata de retirar no la capa de óleo, sino lo barnices que se han empavonado, que ya no transparentan y no dejan ver la pintura”, afirma. 

En opinión de este pintor alcarreño, lo sucedido en su día en Borja o lo que le acaba de ocurrir al particular valenciano es algo “contra lo que no se puede luchar; en España hay miles de iglesias, mucho patrimonio y personas que, aun con buenas intenciones, se meten a faroleros”. 

OTRO CASO

En 2012, una feligresa intentó arreglar un fresco mural de Ecce Homo en el Santuario de la Misericordia, en la localidad zaragozana de Borja; este trabajo alcanzó popularidad global.

jl/I