INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Cartita de Día de Muertos

Ésta es la última columna que escribo para NTR y quiero que sea un acto de agradecimiento, de retrospectiva y de buenos deseos. Como todavía falta mucho para Navidad, a lo mejor sería una cartita de Día de Muertos. 

Precisamente las personas fallecidas en hechos violentos y en accidentes, pero también las que están ausentes porque alguien se las llevó a la fuerza, las personas desaparecidas, han representado una gran parte de mi labor periodística. Son historias que tienen en común la impotencia de las familias, las repercusiones de los crímenes en las personas que rodeaban a las víctimas en los ámbitos económico, emocional, de su salud y de sus derechos humanos en general, pero sobre todo la impunidad. 

El elemento más recurrente en las historias de personas asesinadas, plagiadas y que murieron por la imprudencia o por la omisión de alguna otra es que tenemos casi la certeza de que nunca se les hará justicia. La justicia no es para ellos, que ya no están, sino para la sociedad, que resiente los efectos de esas injusticias, principalmente sus seres queridos. Y los responsables de los crímenes en general quedarán sin castigo, aunque las responsables de hacer justicia son las autoridades y cada vez se les ve más autocomplacientes, intransigentes, prepotentes y torpes. 

Yo deseo sinceramente que las autoridades se hagan responsables de resarcir el daño de los homicidios, las desapariciones, los accidentes que todavía en muchos de los casos se podrían haber prevenido mucho mejor. Pero los veo cada vez más volteados hacia otro lado, propensos a presumir cifras que no nos hablan exactamente de la realidad que todos podemos ver y experimentar cotidianamente de una criminalidad desbordada y una falta de acceso a la justicia. 

Han adoptado una narrativa de triunfo que minimiza el terror que nos desgarra y la incertidumbre que nos paraliza, con un pie ya al final de un sexenio que de verdad no está para aplaudirlo, echando a andar la maquinaria para agandallar posiciones políticas. 

Pero veo una esperanza en la sociedad civil y la academia con posiciones críticas y propositivas, junto con un sector privado que ha tratado de conciliar un poco sus intereses con la responsabilidad social y ambiental, con la realidad política apabullante. Los políticos están allá, ensimismados con sus batallas ególatras y sus cierres de filas, cuando deberían abrir los brazos para confortar a quienes están lastimados, tender la mano a quien le han quitado lo poco que tenían y a quienes luchan todos los días para sobrevivir en condiciones cada vez más precarias. 

Deberían garantizar que todo aquello que está mal se componga y, en cambio, están demasiado ocupados tomándose selfis en los edificios y caminos que han construido en su afán faraónico, y no con base en una auténtica preocupación por las necesidades de los pueblos. Negocian puestos que les servirán para consolidar su poder en instituciones que deberían ser autónomas y contrapesos, amenazan a quienes les llaman la atención sobre aquello que queda pendiente de atender. 

Yo quisiera que las personas dejaran de creer que sólo como electores cada tres y cada seis años tienen algo que exigirle a la clase política y se unieran en acciones que favorezcan a la colectividad, a quienes tienen menos, a quienes son más vulnerables. El valor periodístico de NTR ha consistido en gran medida en dar voz a ese tipo de causas y su equipo ha realizado una labor fundamental en la construcción de una democracia cada vez más participativa, por lo que en estas últimas líneas quiero desearles que mantengan esa mirada crítica y esa pasión por mucho tiempo. 

Twitter: @levario_j

jl/I