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La basura/Caabsa

Desde principio de los años 70 del siglo pasado, los gobiernos de México y el mundo, sin cuestionar al sistema depredador y a la sociedad de consumo y despilfarro, no paran de hablar de la necesidad de que las ciudades sean saludables, inteligentes y sustentables. Por su parte, los empresarios han hecho lo mismo y, para justificar su producción de nocividades, se inventaron el término “empresas socialmente responsables”.

Contra lo que ellos dicen, en nuestra experiencia de vida cotidiana comprobamos que la mayoría de la población habitamos ciudades insalubres e insustentables; ciudades que al no parar de crecer son inconmensurables y han perdido toda proporción humana; ciudades en las que es creciente la cantidad de muertes por contaminación de las que nadie se hace responsable. Ciudades supuestamente amparadas en múltiples leyes que afirman garantizar el derecho de todas las personas a vivir en un medio ambiente sano.

Lo anterior se constituye en la mayor evidencia de que se sigue haciendo todo lo contrario de lo que se dice. Como en otros casos, las leyes ambientales y específicamente las que pretenden normar el qué hacer con los residuos urbanos son letra muerta. Las ciudades se han hecho crecer monstruosamente dando la sensación de que, cualquier problema dentro de ellas (como la basura), por su dimensión nos rebasa y, se dice, solo se puede gestionar, administrar, pero no resolverlo localmente porque, además, se enfatiza, es un problema global. Entonces, ¿tiene solución el problema de la basura en esta conurbación o estamos condenados a ser ahogados por ella? ¿Se puede hablar de una ciudad saludable cuando ésta ni siquiera es capaz de manejar su basura?

En estos días, en el municipio de Tonalá hizo crisis una parte de este problema urbano a partir de que la empresa Caabsa Eagle suspendió la recolección de la basura. Hay que decir que esta empresa cuenta con una larga trayectoria de irregularidades e incumplimientos de sus compromisos desde que se convirtió en la principal concesionaria privada para ofrecer este servicio tan importante para esta ciudad, en la que se calcula que cada persona que habitamos en ella producimos un kilo diario de basura. En otro momento habría que discutir cómo se hace ese cálculo porque no parece justo.

Ahora me interesa decir que habitantes de El Salto, Zapopan, Tlajomulco y Guadalajara hace años han denunciado irregularidades en relación con la recolección de la basura, el pésimo manejo que se hace de la misma en los basureros Los Laureles, Picachos, Hasar’s y Matatlán, así como los daños que ello provoca en la salud humana y no humana, la contaminación de los cuerpos de agua y la muerte de sus huertos y árboles frutales indispensables para la reproducción de sus vidas.

Además, en varias ocasiones los pueblos de la barranca del río Santiago han bloqueado el acceso a los basureros Picachos y Hasar’s y también en alguna ocasión se intentó, sin éxito, en Los Laureles. Luego de estas acciones, cuando han logrado un cierto diálogo con las autoridades, éstas, invariablemente, se han negado a resolver las demandas de las poblaciones y sólo les ofrecen resolver otras necesidades que, si bien tienen importancia, evaden la cuestión principal: clausurar los basureros establecidos en las cercanías porque los están enfermando y matando.

El tema central sigue siendo qué hacer con la basura, cómo hacer para reducir su producción; cómo hacer realidad su separación, reciclaje y tratamiento para no solamente depositarla lejos de la ciudad, pero cerca de otros pueblos. Pero también qué hacer con una empresa como Caabsa Eagle que ningún gobierno puede hacerla cumplir sus compromisos.

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