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¿Qué ha habido con el PRI?

Era ya evidente que la dirigencia nacional PRI estaba dispuesta a malvender su alma al diablo cuando hizo aquel intento en mayo de 2018… No quiero decir que no hubiéramos ya tenido anteriormente elementos para suponerlo, pero en esa ocasión se nos convocó a que votáramos por el candidato presidencial del PAN el siguiente julio, si una encuesta que se haría ex profeso y de mutuo acuerdo le daba ventaja a su candidato sobre el nuestro, lo cual era lo más probable.

Cabe reconocer que el candidato presidencial del PRI, el señor Meade, no era mal elemento, aunque su ideario fuera bastante panista. De otro modo no lo hubiera promovido Peña Nieto que, a fin de cuentas, fue el gran traidor.

Pero de lo que se trataba era evitar del modo que fuera que don Andrés Manuel López Obrador llegara finalmente a la Presidencia, sin importar que en su lugar resultara triunfador en la contienda un soberbio pillastre de la tesitura de Ricardo Anaya. Así ocurrió en 2006 cuando el gran fraude electoral llevó al nefasto Felipe Calderón a Los Pinos.

Sospecho que algunas dirigencias estatales, que en 2018 había algunas con dignidad, no deben haber respondido como esperaban porque el pacto no se hizo ni se habló más de él. Sé muy bien que hubo algunos miembros de sus respectivos consejos políticos estatales que se manifestaron abiertamente en contra e incluso hasta hablaron de la posibilidad de crear frentes pejistas en las filas del PRI; tal fue el caso de Jalisco.

Cierto es que no estaban tan fuera de tono si se piensa en que los postulados morenistas no se contraponen con la plataforma ideológica tricolor ni con los ideales de los más destacados priistas de antaño…

La respuesta de la cúpula, por boca de su deplorable presidente y de la presidente que lo sucedió, avalada después por el mismísimo Peña Nieto, de tan infeliz memoria, fue recomendar que el PRI cambiara de siglas, de colores y de ideología… Es decir, lo que han conseguido hacer después en la realidad sin emprender tales cambios: ¡que el tricolor dejara de ser lo que era!

La realidad es que la gesta de tales dirigentes resultó más sucio todavía: aliarse abiertamente con quienes habían sido los enemigos naturales de la Revolución y de cuanta empresa progresista se llevó a cabo durante su larga hegemonía, misma que tuvo de malo, es cierto, pero también le dio al país una consistencia, una presencia, un cohesión y un desarrollo que no se había visto anteriormente. En efecto, si la gestión de la señora Ruiz Massieu y Salinas de Gortari y de su antecesor, Enrique Ochoa Reza, resultaron detestables, peor aún ha sido el quehacer del tal Alito y, claro, mayor aun su derrota electoral.

¿Por qué? Pues una muy buena parte de la tradicional base priista se siente mucho más identificada con el actual presidente de la República y, como si fuera poco, tiene muchos más motivos para detestar la oposición tan lamentable y ridícula que predomina.

Pero era de esperarse que del propio seno del tricolor surgió ya un valioso grupo con ganas de “ponerle el cascabel al gato” y parece que se va consolidando. Hay quien dice que emerge demasiado tarde y que no hubiera evitado que el PRI perdiera los dos estados que renovarán su gobierno pronto. Tal vez logren algo alineándose al PAN, pero si el declive sigue éste les dará una patada donde les platiqué y los mandará adonde ya se imaginan…

Las posibilidades de recuperarse que tiene el PRI están de acuerdo con la celeridad con que puedan deshacerse de los actuales dirigentes nacionales, aunque tiene que reconocerse que el daño hecho entre la corruptela y la traición de Peña Nieto y sus secuaces le ha complicado sobremanera el futuro, máxime que se ve sumamente difícil que se produjera una alianza con Morena, que resultaría natural si el PRI volviera a su ideario primigenio.

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jl/I