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Pelearse con los de casa, una pésima estrategia

Primero fue el estudio de opinión del Grupo Reforma publicado el 30 de enero; después, la mención que hizo el coordinador nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, en una entrevista televisiva, y por último, el autodestape del propio senador ante integrantes de la Cámara de Comercio de Guadalajara el lunes de esta semana. En tres movimientos, Clemente Castañeda se colocó en la vitrina de los aspirantes de MC a la gubernatura de Jalisco en la que Pablo Lemus, el alcalde de Guadalajara, se regodeaba en soledad hasta hace unos meses.

Pero, a casi un año y medio de la elección que decidirá el futuro de Jalisco y del país, la lectura de las circunstancias actuales no puede ser tan simplista. No se trata de una carrera de caballos en la que uno alcanza al otro, de esas que les encantan a algunos políticos, el estado actual de Movimiento Ciudadano en Jalisco es complejo y encierra muchas variables e incógnitas que se tendrán que ir develando una a una.

Hay un par de preguntas que flotan en el ambiente y que podrían ser claves para dilucidar lo que ocurre dentro de la nomenclatura naranja: ¿por qué Pablo Lemus, con todo y su popularidad, factor sumamente importante en el terreno electoral, no es el candidato natural de MC a la gubernatura?, ¿qué ha dejado de hacer o qué ha hecho el alcalde de Guadalajara para poner en riesgo una postulación que, en otras circunstancias, tendría en la bolsa sin ningún problema?

Lo primero que me viene a la mente es el recorrido que hicieron los anteriores gobernadores para acceder al cargo. Francisco Ramírez Acuña, Emilio González, Aristóteles Sandoval y el propio Enrique Alfaro se “arreglaron” con los liderazgos y con las estructuras de sus respectivos partidos. Más allá de las evidentes diferencias en las formas de organización interna del PAN y el PRI de antaño y el actual MC, la constante en estos casos fue el apoyo institucional e incondicional del partido al candidato. Ninguno de los ex gobernadores llegó a Casa Jalisco enfrentado, abierta y públicamente, con la dirigencia de su partido.

Respondiendo a las preguntas formuladas arriba planteo aquí algunos posibles motivos por los que Lemus no es el candidato natural de MC:

No es un líder carismático al estilo AMLO, es un alcalde popular que necesita al partido en el que juega para ganar la gubernatura. MC sigue siendo una marca poderosa que él ha desdeñado afirmando que nunca se afiliaría, coqueteando con la posibilidad de ser candidato de Morena o de la alianza opositora.

Es muy complicado ser el candidato de unidad de MC cuando un mes antes ofendiste a la nomenclatura del partido, pediste la salida del coordinador estatal y llamaste “arrastrados” a los liderazgos y las bases por haber asistido a una marcha.

Es evidente que Lemus no confía en el gobernador del estado, en los liderazgos del partido y en la mayoría de los actores que juegan en estos espacios y viceversa, por ello no tiene un equipo sólido para enfrentar la elección de 2024. El alcalde juega para sí mismo, más en el estilo de un maratonista que de un jugador de equipo.

El alcalde de Guadalajara, así como otras y otros protagonistas del actual MC en Jalisco, pecan de frivolidad. La mayor parte de sus agendas se estructuran bajo la premisa de ganar exposure en las redes sociales y no de hacer política en serio.

Por último, si bien Pablo Lemus es el más popular de los precandidatos, es el más alejado del partido y de sus estructuras, el que menos cohesiona hacia dentro y el que menos interés ha mostrado en consensuar este asunto, que podría ser sustancial en sus aspiraciones.

Revisar la historia política de Jalisco sería muy útil en este momento para el alcalde tapatío. Un rostro, un nombre y un alto nivel de conocimiento no bastan para llegar y ejemplos sobran. Pelearse con los de casa y luego reclamarles su apoyo incondicional no parece una buena fórmula ni la ruta más eficaz para suceder a Enrique Alfaro.

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