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Tributo a la mujer

Quiero rendir un tributo, haciendo un alto con conciencia y con sumo respeto, y honrar al personaje de la historia de los seres humanos y de las últimas décadas, notoria protagonista de una creciente y desafortunada lucha imparable contra la violencia directa: la mujer.

Todas y cada una valemos; sin embargo, no haré un recuento histórico porque este espacio no basta siquiera para nombrar lo más destacado y tampoco cabría en ningún papel el intento de nombrar a todas las mujeres a las que hay que homenajear. Me dirijo entonces a mujeres que no cuentan con destellantes títulos universitarios, ni trayectorias notables, ni con libros hechos, ni con fama en sus apellidos, ni oro en sus bolsos.

No caben en ningún espacio los nombres de todas las mujeres que han existido y con o sin conciencia de ello han sido receptoras de violencia, pero sin saberlo o no, han encabezado batallas, han tenido victorias secretas, han vivido con valor surgido del miedo, coraje, decisión.

A pesar de haber nacido sin saberlo, con características biológicas que intentan definir su destino, han dicho NO a pesar de haber comulgado desde la incipiente conciencia con la ideología endulzada y forzada de la violencia estructural disfrazada de religión, educación, rol social, belleza, autoestima, expectativas confundidas y revueltas con los verdaderos deseos y necesidades, han descubierto que pueden decir NO.

Mujeres que han logrado un empoderamiento no solo de lo femenino, sino más allá, un poder sobre su propio ser y existencia humana al atreverse y decir NO. Mujeres que han muerto a manos del aplastante poder machista alimentado de la ignorancia y del “supuesto amor romantizado”, mujeres que han sido asesinadas por despertar y decir NO.

Mujeres desaparecidas, violentadas, humilladas, minimizadas, vulneradas. A esas mujeres de la lucha diaria, anónimas valientes, les honro agradeciendo. Yo, como muchas, he sido víctima de violencia y construí parte de mi vida motivada bajo la lupa del normalizado sistema patriarcal. Despertando me doy cuenta de que sí puedo decidir sobre tener hijos, trabajar con horario, votar, comprar una casa, manejar un carro, bailar, decir groserías, estudiar, tomar anticonceptivos, ahorrar, soñar y decir NO, pero ha sido a costa de lágrimas, gritos, sangre y muerte de muchas mujeres que levantaron la voz para que ahora tengamos un asomo de libertad.

Me pongo de pie, las honro y las celebro. Soy, porque somos siendo. Mujeres despiertas, seguimos luchando, ¡Gracias!

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jl/I