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Inventor de sonidos para escena

Compositor de música para películas, puestas en escena, ensambles, además de intérprete y gestor cultural, Kenji Kishi Leopo es un artista que decidió quedarse en su natal Guadalajara a formar parte de la nueva escena como creador.

El primer instrumento que tocó fue la guitarra y gracias al gusto de su papá y mamá hacia la música escuchó los primeros acetatos, algunos de los que aún conserva en su estudio. 

Aunque ha tocado en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guadalajara (Osijug), la Orquesta de Cámara de la Universidad Autónoma de Guadalajara y forma parte del ensamble Proyecto Caos, en sus primeros años perteneció a una estudiantina y a bandas de rock como Juanito Cuervos y Mari Pepa, de donde su hermano, Samuel Kishi, se inspiró para crear su película.

“Quería estudiar cine, era fan de Spielberg, creo que era el único apellido que me sabía”, confesó para NTR, sin embargo, “me jaló más la música, creo que fue cuando descubrí más el jazz y sentía que el cine era algo que podía hacer de manera autodidacta”, aunque ahora dice que no se ve pronto dirigiendo su propio filme.

 

NTR. ¿Por qué elegir el contrabajo y no otro instrumento?

Kenji Kishi Leopo (KKL). En primer lugar por el jazz, lo escuchaba y era el contrabajo el que me gustaba. Empecé a oír a Charles Mingus como una influencia y es uno de mis artistas favoritos, en ese entonces él era contrabajista y también compositor y me fijé en eso. Alguna vez cuando fui a preguntar a la Escuela de Música, estaba entre estudiar piano para irme por el lado de la composición o guitarra, y recuerdo que al subir las escaleras, estas de caracol, y escuché un sonido muy grave, pero no lograba distinguir qué era y conforme subía de nivel se hacía más claro, más claro, más claro, hasta que encontré a un contrabajista que ahora es un amigo, quien practicaba en este espacio y quedé fascinado. Fue como entender que esto tiene agudos, pero también una cosa muy corporal, es como un instrumento que te abraza o que abraza a los demás instrumentos, pero también abrazas, literalmente.

 

NTR. ¿Cuáles son los mayores retos a los que te has enfrentado como músico?

KKL. Justamente eso de vender. Lo que pasa es que también elegí géneros que son difíciles de que entren a una lógica mercantil, toda esta cuestión de generar una mercadotecnia. Por una parte por el público y por otra porque no es un tipo de música de estadio, que puedas poner fácilmente en cualquier espacio y creo que la otra cuestión es como una escena que resulta difícil por tradición de la música en Jalisco, me refiero a que es muy fácil quedarse en un punto cómodo, quizá nada más en la orquesta, en lo que llamamos los huesos y dejar de buscar proyectos que te llenen de manera personal y artística. Finalmente no son retos que me impidan hacer lo que quiero, he tocado en música de cámara y he formado los ensambles con la música que me gusta tocar, sin embargo dar el otro paso para volverla sustentable, vivir nada más de eso, es complicado.

 

NTR. ¿Crees que la música escénica no es tan reconocida?

KKL. Creo que sí, pero me siento como un ave raris en  esta cuestión de la composición, porque en el ambiente de la música ser compositor en estos días es como salirte un poco. Ahorita el instrumentista y los directores son los más reconocidos del ambiente de la música clásica y ser compositor te hace un poco raro. Pero dentro de ellos, los más raros son los compositores para escénicas porque conjuntamos estilos, lenguajes y hay un diálogo permanente con otras prácticas, otras actividades, lo que no se da en el ambiente de la música, eso lo convierte en doblemente raro. Después está que, a diferencia del compositor en solitario que trabaja nada más con base en sus propias ideas y lo que quisiera plasmar o generar, componer para artes escénicas es hacerlo con alguien más, con dos o tres personas, o cuatro, en función, en teatro, con actores y director; en el cine desde el diseñador de sonido y el director. Eso hace que también te vuelvas menos ególatra, que aguantes vara, como se dicen. Los compositores para visuales son los que tenemos menos corazón, pero por la necesidad de eso, porque siempre estás al escrutinio y que te puedan decir que una obra de la que tú estás convencido no funciona, ¡y tú amaste esa obra!, le dedicaste todo el tiempo y traes tus ideas, te dicen está bien, pero no funciona. Entonces, te empiezas a hacer fuerte en ese sentido, tu ego ya no importa y te vuelves zen, somos los compositores más zen en ese sentido.

 

NTR. ¿Te ha pasado que te digan esto no sirve para mi montaje?

KKL. Muchísimo, no en general, una pieza o dos. Con todos los directores es un trabajo distinto, de hecho nunca le atinas a la primera, es algo que uno aprende cuando trabajas con montajes o cine, tienes también que lidiar con eso, se vuelve un proceso interesante y a veces lo aprovechas. Debo tener 30 ó 40 piezas que no se aceptaron en otras obras y están ahí para después, para otros decirle directores tengo estas obras, ¿te sirve? Es como un tipo de reciclaje fortuito.

 

NTR. Quizá no hay una fórmula, pero ¿qué elementos eliges al momento de componer para un montaje?

KKL. Hay todo un proceso. Como para la música para escena nadie te da clase, he tomado cursos y tomo talleres, fui seleccionado en IMCINE para un laboratorio de cine, que es una práctica muy buena que llevan allá y hay ese tipo de ayuda, pero lo cierto que la mayoría de compositores que incursionamos en esto, somos autodidactas y encontramos nuestro camino. Sí tengo cierta metodología de abordaje y lo primero es hablar mucho con el director o con quien sea el encargado, saber qué es lo que quiere exactamente, qué espera de ti, qué ideas tiene en la cabeza y tiene que ser un diálogo profundo. Después de eso es trabajar con el material, de qué trata todo esto, si está basado en un libro, si está basado en vivencias personales de alguien, si tiene que ver con una situación social, para mí es leer mucho y analizar el texto, en el caso de teatro y si es cine, analizar las escenas y me gusta mucho trabajar con tiempos. En teatro me gusta grabar las escenas, nada más su audio, ver las pausas y ritmos del mismo diálogo, porque finalmente vas a trabajar en eso, en genera un universo que sea coherente con todo y me pasa también en el cine.

 

NTR. No hay muchos compositores en la ciudad que se dediquen a la música escénica, ¿eso lo hace una ventaja o desventaja?

KKL. Creo que lo hace una ventaja, pero más bien lo vería como una oportunidad, porque es tratar de construir una escena. Hay un repunte en Guadalajara de unos seis años para acá, la escena está en proceso de mutación, se hacen cosas muy interesantes a nivel nacional. Entonces, es la oportunidad de pertenecer a eso y ser pionero en este tipo de cuestiones. Por otro lado es un reto, porque te plantea no repetirte, no quedarte en un punto cómodo, no creer que como ya estás tú y cinco personas más, ya vas a hacer lo que sea. A mí sí me gustaría que hubiera una escena más amplia. Cuando algún chico tiene la inquietud y me dice que le encargaron hacer música para un corto, le digo vente y te ayudo a hacerla, no me interesa decir nada más nosotros hacemos y no vamos a compartir. Sí me gustaría que haya esa chispa y se pueda hacer del músico para escena y cine una profesión respetada.

 

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