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Reclutamiento forzado, el horror de la oportunidad

En los últimos días la realidad ha trastocado nuestra indignación en todo el país debido a los hallazgos realizados por Guerreros Buscadores de Jalisco, un colectivo dedicado a la búsqueda de personas desaparecidas, en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán. Ahí halló zapatos, fotografías, mochilas, maletas, entre otros objetos, que podrían pertenecer a hasta 400 personas que fueron privadas de su libertad de manera forzada; además, encontró fosas con restos humanos calcinados y posibles evidencias de tortura y adiestramiento para el crimen organizado.

Algunos sobrevivientes han descrito en varios medios de comunicación las formas de reclutamiento que las llevaron a ese lugar, entre ellas la de ofrecer un empleo “bien remunerado”.

Así, esos grupos criminales utilizan la esperanza de quienes tienen la necesidad de conseguir un empleo para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias. Con engaños, atraen a las víctimas, quienes de un momento a otro son sometidas a formas de violencia monstruosas, aberrantes y en muchos de los casos fatales.

Estos hallazgos nos obligan a realizar una pausa para la indignación, para el hartazgo, para un llamado social a la empatía con las víctimas y sus familiares. Se requiere una pausa y, además, queremos que no sea breve, que se vuelva un llamado para que la indignación no pare y para que las víctimas no sean olvidadas. Se deben realizar acciones preventivas y correctivas que atiendan de manera urgente y efectiva el problema profundo que vivimos en México en relación con el crimen organizado.

Por estos hechos se realizó una jornada dedicada al Luto Nacional el día 15 de marzo en diferentes estados del país a fin de rendirle honor y dignidad a las víctimas de esta masacre. Al llamado acudieron miles de personas que exigen justicia, ya que estas masacres día con día siguen aumentando en número y dolor para quienes de una forma u otra nos quedamos como espectadores del quebrantamiento de nuestra estructura social y la perdida de humanidad.

Las víctimas no serán olvidadas por un país que está integrado por jóvenes y adultos que también buscan oportunidades de salir adelante y caen en formas cada vez más sofisticadas de reclutamiento forzado, a través de ofertas de empleo, videojuegos, aplicaciones de citas, entre otras.

No serán olvidadas por este enfado vehemente y constante al cual sobrevivimos todos los días, al observar cómo crece el número de nuestros desaparecidos. ¡Ya basta!

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jl/I