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Guadalajara está sucia

Guadalajara está sucia. El problema tiene muchos años entre nosotros y parece que está muy lejos de resolverse. Gobiernos municipales de todos los colores y sabores han ido y venido, y las calles de nuestra ciudad, en un buen número de colonias y barrios, siguen infestadas de desechos orgánicos, basura y desperdicios. La situación es notoria, no se puede ocultar, refleja un serio conflicto de gestión y amenaza con convertirse en una gran piedra en el zapato del alcalde y precandidato a la gubernatura Pablo Lemus Navarro.

Y, ojo, el asunto no se reduce al oriente de la ciudad. Las calles de colonias como Santa Tere, Moderna, Ladrón de Guevara y Americana –esta última nombrada recientemente como el barrio más cool del mundo por la revista global Time Out– corren la misma suerte que Oblatos, Medrano y Tetlán. Bolsas rebosantes de basura en camellones, muebles abandonados en banquetas y desperdicios de construcción y de todo tipo en las esquinas se han vuelto parte del inventario urbano de la otrora Perla de Occidente.

El tema de la recolección de basura y la limpieza de las calles, más allá de lo que obliga la ley, es muy complejo y requiere esfuerzos que van más allá de una administración; sin embargo, debería ser prioridad en la gestión del actual gobierno municipal y en la agenda política del alcalde de Guadalajara. Sobre todo, considerando que Pablo Lemus difícilmente se enredará en el asunto de la seguridad, una asignatura que ha preferido omitir definitivamente de su discurso, a sabiendas que en ese terreno solo tendrá pérdidas y negativos, pero que es la principal preocupación de las y los tapatíos.

Por otro lado, si consideramos que el otro gran tema que se mantiene en el Top of Mind de las y los ciudadanos es la economía familiar, y que en materia de promoción económica y empleos los ayuntamientos tienen muy poco que aportar y decir; las cartas que tiene Lemus para presumir su gestión como gobernante de Guadalajara rumbo a 2024 se reducen dramáticamente.

Es cierto, el tiempo de los gobiernos municipales es limitado y deben moverse a gran velocidad para atajar los problemas más urgentes, pero si además de la falta de tiempo le agregamos una agenda gubernamental sostenida en la comunicación y exposición personal del presidente municipal y no en la solución de las cuestiones que concentran más atención e interés de la población, el asunto se complica aún más.

El gobierno de Guadalajara ha puesto toda su atención y recursos de todo tipo en el Centro Histórico de Guadalajara, concretamente en el Paseo Alcalde y en el Mercado San Juan de Dios y en el impulso de algunas políticas que se remiten al ordenamiento urbano y la repoblación de centros urbanos, dos grandes aciertos desde mi perspectiva, pero extrañamente no se ha metido a fondo a la gestión integral de la basura y la limpieza de la ciudad.

Con Caabsa Eagle –una empresa que tiene como estrategia principal la amenaza y el chantaje para encubrir sus evidentes deficiencias– el alcalde tiene una relación de amor-odio que no ha logrado destrabar y que, por lo que se ve, seguirá sin definición hasta el final del trienio.

En términos normativos, la recolección de basura y la limpieza de las calles es una de las encomiendas sustanciales de los ayuntamientos, pero, más allá del reglamento, mantener las calles limpias podría ser el sello que distinga la gestión de Lemus como alcalde y uno de los legados más importantes que deje a su paso por Guadalajara.

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jl/I