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Basureros, amenaza en Zapopan

A principios de los años 80 recorrer la barranca de Zapopan era asomarse a la belleza de la naturaleza, a las enormes huertas de mango, a la abundante agua que brotaba fácilmente, a las pequeñas y rústicas comunidades, a las cascadas con agua limpia, a observar la riqueza de flora y la fauna, y asombrarse con los pequeños géiseres y albercas naturales de Ixcatán, al lado de un arroyo, y su templo del siglo 17.

La barranca, que recorrí como reportero, siempre ha sido una importante área natural, que durante los siglos 17, 18 y 19 atravesaban los arrieros con sus animales y mercancías que trasladaban a ranchos y a Guadalajara. En esa década el río Santiago ya recibía aguas contaminadas. Los pueblos que disfrutaban el afluente desde siglos atrás veían amenazado su paraíso. Bastaron cuatro décadas para que la barranca de Zapopan y la ceja que rodea al Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) enfrentaran desastre tras desastre. El más notable es la muerte del río Santiago.

Otro desastre que padecen los pueblos de la barranca son los basureros del norte de Zapopan. Integrantes del Centro de Estudios e Investigación de la Barranca (Ceiba) y La Ceiba Biblioteca Comunitaria, de San Francisco Ixcatán, reflexionaron en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, campus Belenes, de la Universidad de Guadalajara, sobre el impacto de los depósitos de basura en la conferencia La barrana del río Santiago como espacio biocultural y conflictos socioambientales.

Habitantes de los pueblos de la barranca se mantienen en resistencia ante los desarrollos que atentan contra su territorio, como los basureros que durante décadas se han instalado en el norte de Zapopan. La zona se convirtió en depósito de desechos. Son 11 las localidades afectadas: San Francisco Ixcatán, Copala, Ex Hacienda de Lazo, Huaxtla, Huilotán La Soledad, Los Camachos, Milpillas, San Esteban, San Isidro, San José, San Lorenzo (todas de Zapopan); y Paso de Guadalupe (de Ixtlahuacán del Río).

Josué Ernesto Rosendo Rentería, integrante del Ceiba y doctor en Ciencias sociales por el CUCSH, recordó que actualmente los basureros de Hasars y Picachos están activos y representan “una violación al derecho de un ambiente sano”.

Dicha “zona de sacrificio es una construcción que se hila de 1990 a la actualidad; desde ese año a la fecha se han instalado cuatro vertederos, de los cuales dos ya están cerrados, pero Picachos y Hasars están operando y su vida ya sobrepasó los 10 años”, recordó el investigador, de acuerdo con lo informado por la UdeG.

Después de 28 años del cierre del basurero de Copalita, siguen brotando lixiviados, lo cual tiene implicaciones negativas en los mantos freáticos, explicó. Los residuos líquidos de la basura acumulada corren a los ríos Pedregal y Milpillas, que llega a las conocidas cascadas de Huaxtla, un espacio natural a donde llegan visitantes del AMG.

Uriberto Ruiz, del Ceiba, advirtió: gente del AMG va a bañarse sin conocer que esa agua está revuelta con lixiviados. “Después de la temporada de lluvias, tiene mucho de lo que corre del basurero y las aguas negras de los nuevos fraccionamientos”, de ahí que recomendó no nadar en los ríos Milpillas y de la Soledad.

En la conferencia se denunció la proliferación de basureros clandestinos que no cumplen protocolos ambientales; que en los dos basureros activos se entierra la basura y se registra “un mal uso de la generación de gases”, pues se quema el metano y eso contribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero: que las plantas de tratamiento son muy pequeñas y hay escasa separación de basura, y quienes lo hacen trabajan en condiciones precarias y de alto riesgo. A lo anterior se añade el negocio de la separación de la basura, en la que participan municipios y Caabsa Eagle.

Primero les mataron al río, ahora enferman a la población. Depredadores ambientales.

Twitter: @SergioRenedDios

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