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Destrucción-Riqueza/Desigualdad-Muerte

Esta es la ecuación perversa del sistema. No es nueva, pero en la etapa neoliberal del sistema ha alcanzado dimensiones delirantes. Como se sabe, el objetivo central del sistema capitalista en todas sus etapas históricas ha sido la acumulación de riqueza. Por ello, siempre ha habido ricos y pobres, desigualdades sociales e invariablemente han sido los pobres quienes viven y mueren en peores condiciones y en mayor cantidad.

La existencia de esta tendencia histórica no es una cuestión de destino manifiesto ni mucho menos una maldición divina. Es una cuestión perversamente planificada por la clase que decide y dirige este sistema en el que capital y Estado siempre han ido de la mano. En ocasiones sosteniendo relaciones más o menos tensas, pero siempre juntos aunque haciendo esfuerzos por aparecer como diferentes.

Nos hacían suponer que capital y poder político eran esferas diferentes, incluso, antagónicas. Que el poder político, el Estado, existía para intervenir y normar los procesos de acumulación o lo que ellos nombran como “actividades productivas”. Sin ser del todo cierto, había alguna razón para pensar así, sobre todo cuando el hacer de la clase política se sostenía en principios y valores diferentes al poder y el dinero. En la historia política de México podemos encontrar varios capítulos de confrontaciones y desencuentros entre capital y Estado, pero igual no se puede negar que el desarrollo del capital y la acumulación de riqueza siempre han requerido del apoyo o complicidad del Estado.

Durante esta semana se conocieron dos noticias que forman parte de un mismo proceso sociopolítico que si bien no es nuevo, como lo constatan estas informaciones, han alcanzado dimensiones no vistas ni sufridas con anterioridad.

Por un lado, el informe 2022 de Oxfam, titulado Las desigualdades matan y, por otro, las declaraciones de Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos. Ambas informaciones describen elocuentemente la persistencia de los objetivos del sistema y de su radicalidad para seguirlos cumpliendo al máximo. Por ejemplo, Oxfam dice en su informe “que la riqueza de los 10 hombres más ricos (del mundo) se ha duplicado, mientras que los ingresos de 99 por ciento de la humanidad se habrían deteriorado a causa de la Covid-19. (Que) las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos. (Que) conjuntamente, 252 hombres poseen más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe (y que) 3.4 millones de personas negras en EU estarían vivas hoy si tuvieran la misma esperanza de vida que la población blanca del país”.

En tanto, la generala jefa del Comando Sur de Estados Unidos, con un clarísimo discurso imperialista, mostró por qué es importante América Latina para Estados Unidos. De forma por demás cínica, y sintiéndose dueña del continente, dijo: porque en el triángulo que conforman Argentina, Bolivia y Chile se concentra “60 por ciento del litio del mundo”. Y además está “la concentración de las reservas de petróleo y porque 31 por ciento del agua dulce del mundo está en esta región”. Y al final soltó la significativa frase: “Tenemos que empezar nuestro juego”.

Ese juego ya lo conocemos. Lo han jugado por siglos, pero, como vemos, lo quieren llevar más lejos. Pero no es solo EU; también Canadá, China, España. Todos quieren seguir despojando y saqueando América Latina y lo seguirán haciendo porque, aunque lo nieguen, los gobiernos lo permiten.

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