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Quinto Patio

El asesinato de Carlos Manuel Flores Amezcua, subdirector de la Comisaría de Seguridad Pública de Zapopan, a la vez que repudiable, muestra de la capacidad que tienen para operar los grupos delictivos y la vulnerabilidad de los propios policías. Que, a plena luz del día, cuatro pistoleros, entre ellos al parecer dos mujeres, conocieran a qué hora y adónde llegaría el tercero al mando de los policías zapopanos, y que lo esperaran para victimarlo con total frialdad y saña, revela desde la posible filtración de la corporación hasta un sistema de reclutamiento que renueva a las células delictivas, sin que se tenga siquiera un análisis preliminar oficial.

Familias de policías padecen el drama de enfrentar la muerte de un miembro y la orfandad, el desamparo en que quedan esposas e hijos. Y especialistas en seguridad pública puntualizan que Jalisco es un estado fallido. Que las cifras triunfalistas de la administración estatal se vienen abajo ante los permanentes hechos violentos y criminales. Las autoridades de seguridad de Jalisco continúan con la necedad de aplicar un modelo que hace aguas, pero la realidad es más necia. Y ayer lo demostró de nuevo.

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¿Por qué hay tanta impunidad en el delito de desaparición de personas en Jalisco? Dos motivos: la Fiscalía responsable no atrapa casi a nadie y, cuando lo hace, llegan ante un tribunal y tienen que liberarlos por irregularidades.

El Consejo de la Judicatura publicó tres sentencias en lo que va del año por desaparición cometida por particulares, y de estas sólo una es ejemplar. En las otras dos, a pesar de que, como dicen en el rancho, la Fiscalía agarró a los presuntos criminales “con las manos en la masa”, nomás no pudo comprobar su real participación.

A uno lo detuvieron cuando llevaba a una persona amordazada en el asiento trasero de un auto. A cuatro los agarraron cuando liberaron a varias personas secuestradas y, a pesar de eso, la Fiscalía no pudo armar casos fuertes y se cayeron. ¿Así, pos cómo, si no dan una?

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Y, miren, pueden presentarse y aumentar los reclamos a quienes gobiernan, quieren gobernar o han gobernado en Jalisco, y que pedirán las simpatías electorales. Un caso: la senadora naranja Verónica Delgadillo, quien desea ser alcaldesa tapatía, tiene un video en redes sociales en el que asegura que su trabajo legislativo “se ha centrado en trabajar para generar bienestar y de la mano de la gente construir justicia e igualdad social”. No lo dudamos.

Peeeero la agrupación Unidos por la Seguridad señala que Delgadillo nunca apoyó a los policías cuando se lo solicitaron, como diputada o senadora. ¿Ahora sí lo haría, si fuera alcaldesa?, preguntan. Los cobros no serían solo el 2 de junio; también en las precampañas y campañas. Porque hay personajes de la política local con larga cola de promesas sin cumplir y con ojos cerrados a demandas sociales.

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Luego de que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez convirtió Casa Jalisco en casa oficial de campaña de Movimiento Ciudadano, la pregunta es a quiénes más les dará la bendición política y exaltará las cualidades que, asegura, tienen, además de que el desfile continúa exhibiendo los acuerdos de la cúpula naranja en el reparto de huesos. La más reciente en recibir los parabienes alfaristas fue Mirza Flores, quien de legisladora federal ahora buscará ser senadora.

Y es que con el pretexto de que van a saludar al mandatario, su equipo graba video y lo sube a redes sociales, en un acto de propaganda que se pretende revestir de inocente visita de amigos. Por lo pronto, anoche se pararon afuera de Casa Jalisco militantes del partido Futuro para exigir que la mansión no siga utilizándose como casa naranja de campaña.

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