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Revaluación cambiaria

Durante los últimos cinco años el peso mexicano ha experimentado un proceso de revaluación cambiaria. Entre el 30 de noviembre de 2018 y el 15 de marzo de 2024 el tipo de cambio (FIX) ha descendido de 20.3455 a 16.7100 pesos por dólar, lo que representa una disminución de 17.87 por ciento. Esta tendencia ha generado inquietudes y preocupación entre los analistas.

Las inquietudes mencionadas surgen debido a los efectos negativos que induce la revaluación cambiaria. Un peso sobrevaluado provoca un aumento en los precios de los bienes y servicios nacionales cuando se expresan en dólares. Estos incrementos a menudo resultan en desventajas competitivas para las empresas mexicanas.

La revaluación cambiaria conduce a desequilibrios comerciales debido a las mencionadas desventajas competitivas. La revaluación no solo encarece los precios nacionales, sino que también abarata los precios de los productos extranjeros, desalentando así las exportaciones e incrementando las importaciones.

Además, la revaluación puede reducir la producción de bienes y servicios, la ocupación y el empleo. Esto se debe a que los precios elevados no solo disminuyen la demanda y la producción; también limitan la demanda de mano de obra. Las recientes bajas en el crecimiento económico del país pueden asociarse a la revaluación cambiaria.

La revaluación también afecta negativamente los ingresos de las familias que dependen de las remesas. La disminución del valor en pesos de las remesas reduce su poder adquisitivo, contribuyendo así a la exacerbación de la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso. El poder adquisitivo de las familias jaliscienses ha sido de los más erosionados a nivel nacional.

Además, la revaluación cambiaria puede estimular flujos de capitales especulativos, especialmente cuando las tasas de interés nacionales son relativamente altas. En la práctica, esta situación aumenta la vulnerabilidad y la volatilidad de la economía nacional frente a coyunturas complejas o adversas de todo tipo (económicas, financieras, políticas, sociales, etc.).

En mi opinión, las preocupaciones asociadas con la revaluación del peso están plenamente justificadas. La consistente revaluación y los consistentes déficits comerciales sugieren que han existido intervenciones cambiarias en los mercados. Estas intervenciones, cabe mencionar, han sido bastante comunes en la historia económica y financiera del país.

Finalmente, es importante señalar la misma historia nos muestra que es posible reducir la revaluación del peso mediante políticas monetarias y fiscales. Sin embargo, para que la misma fuera posible sería necesaria la coordinación entre los agentes económicos y financieros. Una devaluación gestionada adecuadamente podría ser necesaria y conveniente para la economía nacional.

 

* Economista e investigador de la UdeG

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JB