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Feminicidios y ausencias, la marca de la marcha

RECORRIDO. La marcha por el 8M inició en La Minerva y concluyó en el Centro tapatío. (Foto: Michelle Vázquez)

Isis Miren Urteaga Ramírez tenía 19 años y quería ser médica, pero ya no podrá lograrlo, pues su ex novio la mató en noviembre de 2020. Este sábado por la tarde su mamá, su familia y sus amigas encabezaron la marcha del 8 de marzo (8M), Día Internacional de la Mujer, para exigir justicia, ya que pese a que el feminicida sigue preso no se le ha dictado sentencia.

Sandra Ramírez, mamá de Isis, relató que el feminicida de su hija ha recurrido a todas las argucias legales para retrasar el juicio, por lo que exigió que ya se resuelva.

Isis, recordó, “era una niña muy alegre, era bailarina, estaba por entrar a la Universidad”; además, los sábados colaboraba en Protección Civil.

A su lado, la familia de Lizeth Saldívar Rangel también pidió la detención de su feminicida, Alejandro González, alias Maniaco. La hermana de Liz caminó con una pancarta sin parar de llorar durante todo el recorrido.

Más atrás estuvo la familia de Astrid Cruz y Fernando, la mujer y el menor que fueron asesinados apenas hace unos días por la pareja de ella, quien además dejó gravemente herida a su pequeña de 10 años.

En la movilización también estuvieron los familiares de los desaparecidos. La familia de Alfonso Yael Barajas Acosta fue de las primeras en llegar a La Minerva, donde la protesta convocada por la colectiva Yovoy8demarzo inició. Él desapareció apenas en febrero pasado, en Tlajomulco de Zúñiga.

Muy temprano también acudieron los papás de Luis Ángel Ornelas, joven de 16 años de edad que desapareció el 26 de febrero en Tonalá. Además, marcharon las amigas de Wendy Sánchez, quien en enero pasado cumplió cuatro años desaparecida.

Otras familias de víctimas de feminicidio y de desaparición formaron el primer contingente. Detrás de ellas las mamás con bebés en carriolas, la batucada y luego miles de mujeres de todas las edades en donde se podían encontrar a más familiares de desaparecidos y de víctimas de feminicidio.

A la altura del Parque Revolución, la coordinadora nacional del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los derechos de las Mujeres (Cladem), Guadalupe Ramos Ponce, se incorporó con un grupo importante de hijos, hermanas y madres de mujeres asesinadas.

También hubo espacio para las víctimas de violencia vicaria, quienes al grito de “Señor, señora, no sea indiferente, nos quitan a los hijos con la ayuda de los jueces”, portaron pancartas con la promesa de no parar en la lucha por recuperar a sus hijos.

“Mi papá fue mi violador”, grafiteó una joven en el piso, llorando desconsolada. Otras pintas denunciaron a acosadores, a violadores y casos de abuso.

La marcha de este fin de semana, concluida al anochecer del sábado en Plaza Liberación, estuvo llena de historias y en ella participaron más de 35 mil mujeres.

 

jl/I