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Estos sitios existen desde hace años y autoridades lo sabían

Foto: Especial

La académica e investigadora del Iteso, Alejandra Guillén, destacó la gravedad del caso de Teuchitlán, donde personas han sido reclutadas mediante ofertas de empleo falsas para trabajar en el crimen organizado, caso que es muy parecido a su trabajo de investigación El regreso del infierno; los desaparecidos que están vivos en 2019, en el que se identificó cómo estos sitios de entrenamiento y exterminio se tratan de una red meticulosamente estructurada que facilita el movimiento de las víctimas, revelando complicidades entre autoridades de diferentes niveles de gobierno.

La también periodista subraya que la situación no es nueva y plantea interrogantes sobre la existencia de otros lugares similares, especialmente en Jalisco, donde el cartel criminal opera con impunidad. Las víctimas, explica, suelen ser personas en condiciones de precariedad laboral, como jornaleros y deportados, que buscan mejorar su situación económica, lo que las hace más vulnerables a estas redes criminales.

Otro aspecto crítico que menciona es el miedo a denunciar, ya que muchos testigos prefieren no alertar a las autoridades por temor a represalias. Unos años después de su investigación, lo único que ha cambiado es que los crematorios se han vuelto más grandes y que trataron de ocultarlos con piedra y tierra. “Es todavía más horroroso porque la intención de ocultar es como el eslabón completo de desaparecer, como decir ‘que no haya rastro de que pasaste por aquí’.

Guillén también señala que el objetivo de los criminales va más allá de la simple eliminación de víctimas; buscan controlar territorios y acumular capital a través de la violencia. El trato hacia las víctimas es extremadamente cruel, ya que son forzadas a cometer actos violentos, convirtiéndose en sicarios o en material de práctica, lo que las condena a estas últimas a un destino fatal.

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