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Valor y sentido del arte sacro

(Foto: Alfonso Hernández)

El hombre perdido en el tiempo y en el espacio trata de encontrarse a sí mismo, de ubicarse, de saber de dónde viene y adónde va, y de trascender sus propias limitaciones. Se pregunta por las cosas, por el sentido y razón de todas ellas, y hace filosofía. Con sensibilidad abierta percibe la realidad que tanto le afecta, trata de recrearla y de expresar su más íntimo anhelo de perfección y hace arte.

El hombre, siendo a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades a través de signos, símbolos para comunicarse con los demás mediante el lenguaje, los gestos, y a través de la expresión artística y de los símbolos responde a los grandes interrogantes de la existencia humana: amor, muerte, Dios, paz, guerra, naturaleza... son respuestas que se plasman en un principio en lenguaje simbólico, conceptual. Se transforma en símbolo aquello que el pueblo comprende intuitivamente y esto hace desarrollar su habilidad donde quiere expresar los sentimientos que suscita estos interrogantes.

Por eso entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan con razón las bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro. Por esta razón, la santa madre iglesia fue siempre amiga de las bellas artes, buscó constantemente su noble servicio, principalmente para que las cosas destinadas al culto sagrado fueran en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales (Sacrosanctum Concilium 122).

La relación entre el misterio creído y celebrado se manifiesta de modo peculiar en el valor teológico y litúrgico de belleza. En la liturgia resplandece el misterio pascual mediante el cual Cristo mismo nos atrae hacia sí y nos llama a la comunión. Este atributo al que nos referimos no es mero esteticismo, sino el modo en que nos llega, nos fascina y nos cautiva la verdad del amor de Dios en Cristo.

La belleza, por tanto, no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación (Sacramentum Caritatis 35). Siendo esto lo que hace que el arte sacro sea tan atractivo y corra distintos riesgos, ya que su valor artístico aumenta su valor económico, por lo que es importante tomar conciencia de su cuidado y protección. La importancia de su conservación.

El arte sacro o bienes culturales que se encuentran en los recintos religiosos sufren alteraciones en los materiales que los constituyen, debido al paso del tiempo y a la acción de agentes del ambiente, así como por acciones humanas, robos o extravíos. Estas alteraciones, conocidas como deterioros, pueden llevar a que los bienes culturales se degraden parcial o totalmente, perdiéndose con ello la esencia humana que está en ellos.

Así, conservar los bienes culturales que se encuentran en los recintos religiosos es conservar parte de nuestras raíces, de nuestra identidad como personas y como integrantes de un grupo social; es proteger lo que nos han legado nuestros antepasados y asegurar que nuestros hijos lo conozcan y reciban como herencia cultural y religiosa.

El arte sacro sufre deterioro debido al envejecimiento natural, los diferentes usos que se les han dado, a la acción de los agentes del ambiente o de su contexto y a las alteraciones provocadas directamente por el hombre, sea de manera accidental, intencional o por negligencia. Cuando no existe un interés en su mantenimiento o conservación, estos deterioros muchas veces irreversibles se van sumando hasta llegar a la pérdida total o parcial de los objetos.

Por su naturaleza, los materiales orgánicos son más susceptibles de ser afectados por los cambios en la humedad, la temperatura, la luz, la presencia de insectos y roedores, y por su manipulación, como es el caso de la pintura de caballete o la escultura de madera policromada.

Una de las características más importantes, en términos del deterioro, es la higroscopicidad de estos materiales, que consiste en su alta susceptibilidad ante los cambios de humedad, tendiendo a absorberla o liberarla para lograr así un equilibrio con el ambiente; cuando este fenómeno se da con frecuencia, el material se debilita y termina por perder resistencia.

Otro de los aspectos relevantes en el deterioro de los materiales es el efecto combinado de las fluctuaciones en la temperatura y la humedad, lo que provoca modificaciones en su estructura y aspecto; algunos ejemplos son las alteraciones por los ciclos salinos en objetos de piedra, la corrosión en los metales o la degradación y fractura del vidrio.

Por eso el cuidado y el mantenimiento es importante empezando por realizar el inventario de lo que se tiene como una medida de protección, la estabilidad de la temperatura y humedad, la limpieza adecuada, así como el cuidado de la luz tanto natural como artificial se convierten en algunas medidas necesarias para la buena conservación del arte sacro.

Coordinar de la Comisión Diocesana de Arte Sacro de Guadalajara
Director del Museo de Arte Sacro de Guadalajara