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Necaxa, la pesadilla de Chivas en los 90

(Foto: Especial)

En el decenio de los 90, el enemigo a vencer para Chivas no fue el América. Fue el Necaxa. Aquel conjunto con una generación de jugadores que con el tiempo sería conocido como El Equipo de la Década, se convirtió en la peor pesadilla para el Rebaño, que sufrió en cada enfrentamiento, y que padeció el dolor de perder un título de Liga que ya proyectaba en sus vitrinas.

La rivalidad entre ambos equipos similares en los colores de su camiseta rojiblanca, y que curiosamente ambos adoptaron en distintas épocas el mote de Campeonísimo, cobró vida a mitad de aquella década.

A partir de la temporada 1993-1994, el Club Guadalajara como Asociación Civil estaba ahogado en deudas, y rentó el primer equipo por diez años al empresario Salvador Martínez Garza, quien se comprometió a armar un equipo de lujo que se conocería como las Súper Chivas.

Por su parte, Necaxa, conocido como el hermano menor del América, ambos, propiedad de la televisora Televisa, recibió una buena inversión en jugadores de probada calidad como Ivo Basay, Sergio Zárate, Sergio Vilchis, quienes se integraron a otros veteranos que estaban en plena etapa de madurez futbolística como Ignacio Ambriz, Ricardo Peláez y Alex Aguinaga.

Génesis de una rivalidad rojiblanca

Fue en la temporada 1994-95 cuando ambos equipos chocaron con fuerza en dos partidos que los dejarían marcados a partir de entonces.

En la segunda vuelta de la fase regular, los Rayos visitaron a Chivas en el Estadio Jalisco, y tras 20 minutos de asedio necaxista y una actuación soberbia del portero Eduardo Fernández, el Rebaño de Alberto Guerra reaccionó contra su cerebral colega Manuel Lapuente. Chivas goleó 4-0, a uno de los equipos favoritos al título.

El destino les tenía reservado toparse en Semifinales, donde el Necaxa eliminó a domicilio al Guadalajara que se perfilaba con exceso de confianza a la Final.

En la siguiente temporada, de nuevo en la segunda vuelta, pero ahora en el Azteca, el Guadalajara era dirigido por el holandés Leo Beenhakker y se jugaba su última oportunidad para clasificar a Liguilla. Necaxa lo dejó sin oportunidad con una goleada humillante de 4-0 en aquella triste campaña de 1995-96, el último torneo largo en el futbol mexicano.

En el primer torneo corto, el Invierno 96, de nuevo, Necaxa y Chivas se cruzaron en Liguilla, pero en Cuartos de Final.

En aquel torneo, Ricardo Ferretti tenía su primera temporada con el Rebaño, y en la fase regular había dejado la impresión de que podría instalarse en la Final. Pero aquel Necaxa, poco vistoso, pero efectivo, de nuevo le congeló su entusiasmo al dejarlo fuera de la fiesta.

La tarde triste del Jaliscazo

El Necaxa del Invierno 98 ya no era dirigido por Manuel Lapuente, sino por Raúl Arias, su discípulo más aventajado,  y ya no contaba con Ivo Basay. Era un equipo desgastado por el tiempo, más veterano, pero con una experiencia para sobrevivir ante los escenarios imposibles.

Chivas, por su parte se mantenía con El Tuca, y con un equipo en apariencia más poderoso con Alberto Coyote, Marco Antonio Chima Ruiz, Ramón Ramírez, y una ofensiva temible con Ricardo Peláez y Luis García.

Con aquel equipo, el Rebaño llegó hasta la gran Final, y los Rayos, a su estilo, también. En teoría, todo estaba puesto para que Chivas obtuviera su estrella número 11.

Pero el 10 de diciembre, en el juego de ida en el Azteca, Necaxa dejó en claro que su mística de adversario aguerrido seguía intacta al mantener el marcador 0-0, un terreno ideal y nada desconocido.

Chivas, con la presión de más de 60 mil aficionados en el Jalisco el domingo 13 de diciembre, saltó a la cancha con la etiqueta de favorito y verdugo sobre un Necaxa sin seguidores, lo cual en lugar de intimidarlo, lo motivó aún más.

Qué mejor satisfacción que humillar al equipo consentido ante su gente, y convertirse en el villano aguafiestas.

El primer mensaje lo envió el veterano José Manuel de la Torre, quien entró con fuerza desmedida sobre Ramón Ramírez, quien ya no volvió a disputar el balón por el temor a recibir otra entrada similar.

Ese medio día todo estuvo en contra de Chivas. Luis García salió en su peor día, inseguro, nervioso, como si fuera el día de su debut, lejos del goleador contundente, y cuando al minuto 25 se marcó un penalti a favor del Rebaño, el artillero dio un paso atrás, se negó a tomar el balón, y lo dejó en los pies del capitán Coyote, quien sorprendido asumió la responsabilidad de ejecutar el disparo. Como nunca antes, el fino medio de contención observó a su alrededor a miles de fanáticos pidiendo a gritos fusilar a Adolfo Ríos. Coyote por inercia, tiró, pero sin fuerza, y el portero atajó.

La falla enfrió a todo el equipo, que pese a todo dominaba, pero no definía, y con ello, su confianza declinaba, y su rival se agigantaba ante el silencio que también crecía el Jalisco como producto de que ese día no verían la coronación del Rebaño.

En el segundo tiempo, Chivas no reaccionó, y entonces Salvador Cabrera, poco talentoso, pero todo pundonor, soltó un zapatazo que dejó sin oportunidad a Martín Zúñiga. Con el marcador a su favor, los veteranos de guerra como Aguinaga y El Ratón Zárate retenían el balón.

El partido agonizaba, y entonces, Carlos Hermosillo, hizo un recorte en el área, se quitó al Pulpo Zúñiga, y le entregó el balón a Sergio Vázquez para empujar el balón al fondo, y dejar definitivamente mudo al inmueble rojiblanco para el epitafio de 0-2.

Fue la última vez que Necaxa se coronó, y culminó en aquel 1998 su historia como El Equipo de la Década, pero también como la peor pesadilla de Chivas.

FV/I