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Crece la pobreza

La pobreza y la desigualdad siguen creciendo en México a pesar de las políticas públicas que el gobierno federal impulsa con la pretensión de atender a la población que vive en la precariedad.

De acuerdo con un reciente informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), “entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población en situación de pobreza aumentó de 41.9 a 43.9 por ciento”. Esto significa que en dos años 3.8 millones de mexicanos dejaron de contar con los recursos mínimos para llevar una vida digna.

En solo dos años la extrema pobreza también creció, pasó de 7 por ciento de la población a 8.5. De manera que casi 11 millones de mexicanos ni siquiera cuentan con los alimentos básicos.

En los años de la situación más compleja de la pandemia por Covid-19, la falta de acceso a servicios de salud se incrementó 12 por ciento, con lo que el número de mexicanos que no cuenta con acceso a doctores y medicinas pasó de 16.2 a 28.2 por ciento de la población total.

Esta situación es todavía peor en el caso de los pueblos originarios. Según cifras del Coneval, en 2020, siete de cada 10 indígenas se encontraban en situación de pobreza.

La mitad de las personas que sufren de alguna discapacidad también es pobre, lo mismo que uno de cada dos niños mexicanos.

En el caso de los adultos mayores la situación mejoró; el porcentaje de pobres en este grupo de edad se redujo de 43.2 a 37.9 por ciento.

Al tiempo que el número de pobres en el país aumenta, crece también la riqueza de los más ricos.

En México, al igual que en otros países, mientras las consecuencias económicas de la pandemia afectaban a millones de personas que perdieron sus empleos, tuvieron serias dificultades en sus formas de manutención o cerraron sus negocios, los más ricos multiplicaban sus fortunas.

Al respecto, la agencia Oxfam señala: “Solamente Carlos Slim, el hombre más rico de México y de América Latina y el Caribe, concentra más riqueza que la mitad de la población mexicana y ha visto crecer su riqueza en 42 por ciento desde el principio de la pandemia, con un monto equivalente a un millón de dólares por hora”.

De acuerdo con la misma organización, “un impuesto de 5 por ciento sobre la riqueza de un único hombre, el mexicano Carlos Slim, podría recaudar 4 mil 100 millones de dólares, cifra que bastaría para contratar a 250 mil docentes en México”.

El gobierno mexicano asegura que con la reforma electoral se ahorrarán 271 millones de dólares. Esto es 15 veces menos de lo que se lograría con el impuesto de 5 por ciento a la fortuna de uno solo de los millonarios.

¿Cómo hacer frente a la creciente pobreza y desigualdad en el país? El gobierno federal ha optado por una política asistencialista que consiste básicamente en regalar dinero, incluso a personas que no lo necesitan. Ello es necesario para atender las necesidades más apremiantes de las personas que sobreviven en una situación extrema, pero hace falta ir más allá para transformar las condiciones estructurales que propician la desigualdad.

La agencia Oxfam considera que, entre otras medidas, lo que habría que establecer un impuesto progresivo a las grandes fortunas, revisar los privilegios fiscales del 1 por ciento más rico y priorizar la inversión pública en infraestructura social, como salud, educación y cuidados.

En su libro El Mirreynato en México, la otra desigualdad, el periodista Ricardo Raphael analiza las condiciones que permiten que la injusticia se perpetúe. Su conclusión es clara: “La oportunidad la asigna la cigüeña y después de ello hay poco más que hacer. La razón principal de pertenencia al estrato social deriva del nacimiento, no del mérito, el esfuerzo o las oportunidades”.

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