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La vigencia de ‘1984’

El 8 de junio de 1949, el escritor y periodista británico George Orwell, considerado uno de los referentes de la narrativa del siglo 20, publicó en Reino Unido la primera edición de 1984Nineteen Eighty-Four en su versión original, aunque habitualmente es citada en cifras–.

Si bien durante la mayor parte de su elaboración, la novela llevó el título de El último hombre de Europa, finalmente el autor optó por invertir el orden de la fecha de creación (1948) con intenciones futuristas.

Así, 1984, que asentó el género de la ciencia ficción distópica y anticipó un futuro de control social, aporta ideas de gran impacto emocional que ya forman parte del imaginario colectivo. En este sentido, destacan el Gran Hermano, ente omnipresente que controla la vida cotidiana de los ciudadanos, y el Ministerio de la Verdad, el revisionismo histórico de los hechos con efectos propagandísticos. La consigna del Partido Único es: “Quien controla el pasado controla el futuro, y quien controla el presente controla el pasado”.

Muchos de los presagios fatalistas diseminados a lo largo de 1984 albergan muchos paralelismos con situaciones de la actualidad, lo que confirma su vigencia en el 75 aniversario de su publicación.

La novela de Orwell ya constataba la erosión de las libertades individuales de los sistemas autoritarios existentes como los regímenes de Hitler y Stalin. Corea del Norte, con presencia de mecanismos de vigilancia opresivos que imposibilitan la expresión de pensamiento, sería el ejemplo actual más pertinente.

Sin embargo, las premoniciones sobre la manipulación de la información y los ataques a la privacidad también alcanzan a las sociedades con valores democráticos.

Los funcionarios del Ministerio de la Verdad reescribían la historia para acoplarla al discurso oficial. Orwell, que tuvo en cuenta su rol de propagandista en la BBC, ya advirtió: “El concepto de la verdad objetiva está desapareciendo del mundo”.

Actualmente, en medio del auge del populismo, los bulos son amplificados por las redes sociales y cuentan con la contribución de los algoritmos y la inteligencia artificial.

Es significativo que poco después de que una consejera del presidente Donald Trump describiera un dato falso difundido por la administración estadounidense como un “hecho alternativo”, 1984 experimentó un fuerte incremento de ventas. El Washington Post reportó más de 15 mil afirmaciones falsas o engañosas de Trump en mil días.

El asalto a la realidad objetiva, en la guerra híbrida que Rusia libra en Europa y Estados Unidos fue determinante en el referéndum a favor del Brexit y en la victoria de Trump en las presidenciales de 2016.

Lo llamativo de este fenómeno es que los ciudadanos aceptaban las mentiras del Gran Hermano por miedo a ser arrestados, mientras que ahora millones de personas respaldan voluntariamente las narrativas alternativas más inconsistentes o las teorías de conspiración más inverosímiles.

Otro de los vaticinios relevantes de la distopía orwelliana es el relativo a la vigilancia masiva, en la que los ciudadanos eran monitoreados por el poder a través de telepantallas instaladas en el espacio público y doméstico.

Si bien no es asimilable al control gubernamental, es evidente el poder de entidades corporativas como Google o Facebook en lo que respecta a la mercantilización de los datos personales de los usuarios, el denominado “capitalismo de vigilancia”.

*Cortesía Efe

 

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