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Desaparición de familiar puede aumentar riesgo de enfermar

(Foto: Archivo Cuartoscuro)

La desaparición de una persona provoca un cambio radicar en el estilo de vida de sus familiares y los expone a niveles altos de estrés, lo que con el tiempo puede elevar el riesgo de contraer enfermedades crónicas.

A esta conclusión llegaron las especialistas Maricruz Remigio Figueroa, Georgina Vega Fregoso y Arantxa Ortiz Hernández en el artículo La desaparición forzada y sus repercusiones en la salud de las víctimas indirectas: una revisión narrativa, publicada durante en el primer semestre de este año en un número especial de la revista Astrolabio de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

De acuerdo con la información que difundieron “en el caso de las víctimas indirectas que padecen insomnio y dificultades para descansar, aumenta la probabilidad del aumento de la tensión arterial, colesterol, triglicéridos, ácido úrico, obesidad, problemas de metabolismo, diabetes y resistencia a la insulina”.

Añaden que “las desapariciones provocan un deterioro en la salud de diferentes miembros de la familia; las condiciones físicas más prevalentes son: diabetes, hipertensión arterial, colitis nerviosa, fibromialgia, arritmia cardíaca y cefalea intensa. También se reveló que, ocasionalmente, a medida que pasa el tiempo, las enfermedades empeoran debido a la incertidumbre”.

Detectaron que hay familiares de personas desaparecidas que tenían un estilo de vida saludable, sin mostrar algún síntoma de padecimientos crónicos antes de la desaparición, pero tras este hecho de trauma, comenzaron a aparecer diversos malestares que, con el paso del tiempo, se transformaron en enfermedades crónicas.

Precisan que la crisis por la desaparición de su familiar no sólo les acarrea enfermedades, sino que, en la mayoría de las ocasiones, no pueden dar seguimiento a sus tratamientos dado que la prioridad es buscar a su desaparecido.

“El desarrollo de enfermedades crónicas después de la desaparición forzada de un familiar es del 78.7 por ciento; el 45 por ciento solicitó ayuda profesional, pero solo el 25 por ciento la recibió. El afrontamiento del duelo, malestares orgánicos, estrategias familiares de recuperación, afrontamiento de la falta de apoyo legal y por parte de los demás miembros de la familia y la sociedad son algunos de los factores que repercuten en el desarrollo de enfermedades en las víctimas indirectas”.

A la par, detectaron que no hay políticas públicas que permitan a las familias atender sus problemas de salud causados por el cambio de vida que genera la desaparición de su ser querido.

jl