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Los sombreros de jipijapa, a la cabeza

TRADICIÓN. Un sombrero se fabrica en dos días y cuesta 150 pesos, pero los de elaboración más fina tardan de 15 a 18 días y alcanza un precio de 3 mil 500 pesos. (Foto: Especial)

Mientras el Sol está el cenit y sus implacables rayos descienden en picada sobre la testa de los transeúntes, José Alfredo Uicab Caamal (Becal, Campeche, 1975) teje sombreros en un ambiente fresco y acogedor, como estampa que se arrancó a los albores de la humanidad, en el interior de una cueva, fresca y placentera.

La fecha exacta del nacimiento del arte de elaborar manualmente los internacionalmente conocidos sombreros con palma de jipijapa se pierde en el laberinto del tiempo. “Fueron mis ancestros, abuelos de mis abuelos, quienes comenzaron a trabajar ese tipo de materia prima, fibra que la naturaleza obsequió a una parte de la zona maya”, explicó a Notimex, durante una entrevista realizada en junio.

En 1800 llegó a Becal esta planta y desde entonces generación tras generación la han trabajado en la elaboración de sombreros, básicamente, y en una serie de artesanías que van desde las réplicas exactas en miniatura de esos accesorios de vestir, hasta finos y delicados aretes, juguetes y monederos que el turista internacional aprecia perfectamente.

“Desde entonces y a partir de la experiencia acumulada con el paso del tiempo, en Becal se alcanzó una calidad extraordinaria en la elaboración de sombreros, técnica que desde que somos niños se nos ha inculcado”, dijo, y recordó que el fruto de la planta fue vista en la frontera con Guatemala por un comerciante becaleño, y la trajo para acá.

Ese comerciante, oriundo de esta localidad, trajo la planta, “una especie de cebollita”, y la sembró en sus tierras. Pronto generó cogollos que a su vez proporcionan la palma, de la que aprendió a hacer sombreros, primero burdos, luego refinados y actualmente con una calidad de exportación, de acuerdo con lo narrado por el entrevistado en su propia cueva.

Los antepasados de José Alfredo Uicab Caamal enseñaron a prácticamente toda la gente de esta comunidad a elaborar sombreros. “Gracias a Dios y al trabajo que realizamos, 60 por ciento de los 11 mil habitantes de Becal hoy día nos dedicamos a esta actividad; lo interesante es que cada familia trabaja en su propia casa, dentro de su propia caverna”.

Ese sistema de producción, arduo, constante y casero, tiene otra ventaja que sólo la labor artesanal puede ofrecer a los nativos de las zonas rurales de México.

“Al trabajar en casa se nos facilita involucrar a los niños para continuar con la tradición y la cultura de hacer sombreros, no con la misma calidad cada día, sino llevarla en ascenso al paso del tiempo”.

Expresó que a esta comunidad han venido numerosas personalidades de los más diversos ámbitos, para salir ufanos con un sombrero de jipijapa puesto. Entre ellos el político inglés Winston Churchill, el actor Humphrey Bogart y el cantante Frank Sinatra, norteamericanos, así como el presidente venezolano Rómulo Betancourt.

Un cliente frecuente es el cantautor meridiano Armando Manzanero, y como él, no pocos toreros. “En la cueva, en la casa y en la tienda, los atendemos como a todos los visitantes, sin alharaca, sin embargo, no falta el vecino que advierte esas presencias y corre la voz, de tal manera que en pocos minutos aquí se llena de curiosos para pedir foto y autógrafo”.

En un sombrero de jipijapa todo es natural. Obtienen los colores de las raíces, cortezas, plantas y frutos que siembran, cultivan y cosechan en los sembradíos de esta localidad. Tal es el caso de chukum, dzalan, achiote, palo tinto y damiana.

 

DN/I