Casas de empeño, salvación costosa

A pesar de las advertencias oficiales por lo caro de los préstamos prendarios, la cuesta de enero orilla a muchas personas a empeñar sus joyas, celulares, televisores, computadoras y hasta sus automóviles, para recibir a cambio dinero rápido que les permita pagar sus deudas.

Los recibos de agua, luz, teléfono, los pagos del predial y hasta el mandado, entre otros gastos, son parte de la resaca navideña, por lo que la gente acude a las casas de empeño para evitar endeudarse más.

La necesidad de préstamos rápidos se enfrenta al pago casi siempre insuficiente que estos establecimientos realizan sobre las prendas. El temor al coyotaje hace que varias personas caminen de un lugar a otro en espera de que le paguen por su objeto lo que consideran más justo.

Hay bastante afluencia de adultos mayores, que empeñan como prendas sus joyas y alhajas, principalmente. Jóvenes estudiantes entregan sus celulares y teléfonos inteligentes para su avalúo, algunos con apenas meses de uso.

Trabajadores acuden con cajas donde guardan el televisor plasma de 30 pulgadas o incluso cargan una computadora de escritorio, esperando que no se estropee.

En promedio, las personas esperan recibir por sus prendas entre 400 y 800 pesos para salir de un apuro, y entre mil 200 y 2 mil pesos para hacer pagos mensuales de servicios. No obstante, hay casos en los que se solicita hasta 5 mil pesos o en los que se dejan en prenda artículos de alto valor como relojes Rolex.

“Viene el predial, agua, todos los gastos; también viene cargado el recibo de luz”, enlista con preocupación Salvador Corona, un adulto mayor actualmente sin empleo.

Acudió al Nacional Monte de Piedad, ubicado en la calzada Independencia y la calle Cuitláhuac, para que le dieran alrededor de mil 650 pesos por unas alhajas de oro. Acompañado de su esposa, dice que tiene otras joyas en refrendo, que es el pago de los intereses de la prenda para no perderla, cuya ventanilla en las casas de empeño siempre está abierta.

“Estoy sin trabajo y andamos como girando dinero, dándole vueltas”, mencionó. “Ya no me dan chamba, como ya estoy viejito, ni modo”.

Cargando una computadora Mac, Leticia Ramírez espera recibir por ella unos 5 mil pesos, para liquidar los gastos ordinarios de agua, luz y otras necesidades domésticas.

“Necesito hacer unos pagos en esta semana, y en estos días está muy muerto para recuperar dinero; entonces, necesito hacer esos pagos. La dejo y ya cuando me recupere vengo por ella”, señaló.

Dos situaciones, la cena de Navidad y el robo de su cartera, llevaron a Silvia Llamas, mujer jubilada, a llevar su celular Motorola a la casa de empeño de Préstamo Express. Le dieron 850 pesos por él. Hoy regresó a recuperar su prenda, por lo que se siente más aliviada.

“Venimos acá para ver si nos dan algo, porque no nos gusta ni pedir prestado, ni estar robando; entonces, mejor vengo al empeño”, mencionó.

“Apenas me estoy recuperando por el robo que me hicieron. Es mejor que los policías andan vigilando eso”.

Cuesta arriba

Ernesto Ramírez, un adulto mayor, está inconforme por los préstamos que ofrecen las casas de empeño. Sólo le quieren pagar 900 pesos por su celular, un iPhone con un año de uso, y él necesita mil 200.

Recorre los diversos establecimientos para que le paguen lo que cree es un precio justo, pues necesita el dinero “para los muchachos, que van a entrar a clases; quedamos en la cuesta de enero, que fue muy mala”.

“Ya estoy excedida con los gastos”, se justifica, por su parte, Leticia Casillas, ama de casa. Llevó a empeñar un celular, el cual ya ha llevado como prenda en otras ocasiones. Espera que le presten 370 pesos, para hacer frente a los gastos corrientes del hogar.

Con un televisor plasma de 32 pulgadas dentro de su caja, el velador y jardinero Mario Villa busca que el Monte de Piedad le preste unos 800 pesos por un aparato por el cual pagó ostensiblemente más. Sin embargo, necesita el dinero “para la casa, para estabilizarme y comprar cosas del mandado”.

Su cuesta de enero la define como “horrible”, ya que un mal manejo de créditos lo endeudó más de lo que esperaba.

“Tuve unos gastos imprevistos, no había manejado tarjetas de débito en Coppel, y me salieron pagos el triple de caros. Ya con lo que me den puedo pasar el mes”, aseguró Villa.

Varios de los asistentes a las casas de empeño acuden con cierto temor a pedir un avalúo o a pagar un refrendo. Algunos no se animan a decir lo que han empeñado, y cruzan con rapidez la puerta de salida, aduciendo que tienen que ir a trabajar. Otros salen corriendo de los establecimientos, con el argumento de tener prisa para pagar su deuda; de otra manera, el préstamo resultará inútil.

50% más que el año pasado

Esperan más pignorantes

Respecto al primer mes de 2014, la afluencia de personas a la sucursal de Fundación Dondé en calzada Independencia y Cuitláhuac se elevó 50 por ciento, por lo que hasta 90 personas acuden diariamente y seguirán haciéndolo en lo que resta del mes, estimó el gerente del lugar, René Alejandro Andrade.

“En parte, se debe a que en inicio de año, se presentan los pagos del predial, agua, ingreso a las escuelas, y otros gastos imprevistos”, mencionó el directivo de Dondé, quien asegura que los objetos que más se dejan como prenda son los de joyería y electrónica, aunque también se han empeñado automóviles, tractocamiones y maquinaria pesada.

El directivo considera que quienes empeñan sus pertenencias eligen sin importar los cobros de las tasas de interés o el Costo Anual Total (CAT), sino que toman la decisión por quien les ofrezca más dinero por ellas.

“Anteriormente, la gente se quejaba mucho por la tasa de interés; ahorita la gente se fija más en el préstamo: donde más le presten es donde se queda, quieren salir de su apuro y ya después analizan la tasa de interés”, dijo.

En promedio, el monto que presta la sucursal de Fundación Dondé a sus clientes es de 2 mil 500 pesos, aunque hay casos en los que se han prestado hasta 30 mil pesos.

Recomendaciones

Aunque insta a buscar otro tipo de préstamos más baratos que el prendario, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros sugiere:

Recurrir a este tipo de crédito sólo en casos de extrema urgencia

Antes de empeñar, comparar al menos tres casas de empeño

Consultar la pizarra de anuncios o preguntar al encargado información sobre tasa de interés, porcentaje del préstamo y cantidad de refrendos

Pagar a tiempo, para que no cobren intereses moratorios y pueda perder su prenda

Cuidado

La Procuraduría Federal del Consumidor cuenta con un buró comercial, en el que podrá consultar si el contrato de adhesión de la casa de empeño está debidamente registrado:

www.burocomercial.profeco.gob.mx 

“Estoy sin trabajo y andamos como girando dinero, dándole vueltas”
Salvador Corona, pignorante

“Venimos acá para ver si nos dan algo, porque no nos gusta ni pedir prestado, ni estar robando; entonces, mejor vengo al empeño”
Silvia Llamas, pignorante

EH/I