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Ya no hay corrupción

La 4T ha significado muchas cosas para diferentes personas; en su mayoría, significa una esperanza, una esperanza basada más en propaganda que en hechos. 

Simplemente basta ver la famosa “lucha a muerte” contra la corrupción. Una idea poderosa con la que nadie puede estar en desacuerdo (a menos que sea un corrupto) y que en realidad sólo se ha quedado en el mero discurso y pretexto político para que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, debilite o destruya rubros del gobierno que le son incómodos. 

Ese pretexto usó para cancelar el aeropuerto de Texcoco (NAIM) en octubre de 2018. Supuestamente era una fosa de podredumbre corrupta. Canceló el aeropuerto, tiró a la basura más de 110 mil millones de pesos del dinero público y prometió castigar a los responsables. 

Dos años después, el aeropuerto fue destruido, se levantó sin estudios otro a marchas forzadas en Santa Lucía y ya. Nunca supimos nada más. Ni siquiera se exhibieron las cuentas de la corrupción peñanietista, de los voraces empresarios o de los funcionarios que estaban coludidos para robar al país con la construcción del NAIM. 

Nada, no hay nada. 

Ni nadie siendo investigado ni nadie en la cárcel. Si el aeropuerto era un apestoso saco de corrupción y el gobierno del presidente López Obrador no ha hecho nada para castigar a los responsables, ¿no es AMLO cómplice de dicha corrupción? 

¿O será que en realidad nunca hubo tal corrupción? 

La agencia internacional Mitre declara en contra del proyecto de Santa Lucía y el presidente la lanza a la basura diciendo, sin pruebas, que “los constructores del NAIM habían corrompido a Mitre”. Y ya. Se acabó a discusión y a seguir gastando dinero en la construcción de un aeropuerto que no sabemos si podrá funcionar algún día como se lo imagina el presidente: en operaciones simultáneas con el actual aeropuerto de la Ciudad de México. 

En Pemex, la gallina de los huevos de oro de la corrupción de los sexenios anteriores, solamente tenemos a un ex director extraditado, descansando cómodamente en su casa. Con un grueso expediente en la fiscalía y que se ha documentado públicamente, se sabe que Emilio Lozoya y su equipo podría ser refundido en la cárcel. 

Pues no. Está en su casa y ni cómo molestarlo ahí. Todo porque prometió presentar pruebas que comprometerían al odiado enemigo del presidente: Felipe Calderón. 

¿Y? Nada. Felipe Calderón sigue libre, Vicente Fox, también; a Enrique Peña nadie lo molesta y de Carlos Salinas, ya casi nadie se acuerda. 

La única refundida en la cárcel y que se le ponen todas las trabas para que no pueda salir en el sexenio es Rosario Robles, adversaria política de AMLO en sus tiempos en el PRD y que la mantienen en la cárcel por un delito de “omisión”, porque no le han podido comprobar que se robara un peso del enorme robo que fue la famosa Estafa Maestra. 

Total, mucho escándalo, mucha propaganda y un presidente que grita todos los días que “no son iguales” y que “ya se acabó la corrupción”. Pero que su única muestra a dos años de ser gobierno es la prisión de una enemiga política. 

Este gobierno no quiere hacer lo que tanto prometió. Ya no digamos “acabar” con la corrupción, si ni siquiera se le ven ganitas de por lo menos “luchar” en su contra. 

Twitter: @Israel_Macias

jl/I