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La Capital Mundial del Libro

Parte de este año y del próximo, nuestra ciudad de Guadalajara funge y fungirá como Capital Mundial del Libro… He de confesar que, a mi parecer, nos queda un poco grande el saco, por lo que prefiero suponer que tal designación tiende más a promover la rala producción bibliográfica tapatía que a dar fe de una trascendental actividad.

Bien cierto es que, a pesar de la mundialmente famosa Feria Internacional del Libro, que dura apenas una semana, y la municipal que es más rústica, la actividad libresca de nuestra ciudad es sumamente pobre tanto en cantidad como en calidad.

La producción local resulta más bien heroica y contra viento y marea, además existe la indebida búsqueda, con demasiada frecuencia, de quienes tienen en verdad zancas de jinete, de que sean editoriales de la capital o del extranjero las que les hagan caso.

En pocas palabras, solamente la Universidad de Guadalajara edita con cierta intensidad.

Por una parte, prácticamente casi a ninguna otra institución de educación superior local parece importarle un bledo mandar a la imprenta la producción de sus valores particulares.

Por otra, algunas pequeñas y admirables editoriales privadas en verdad trabajan contracorriente con visos de heroicidad, pero el resultado total, comparado incluso con algunas ciudades de dimensiones similares resulta muy pobre.

Debo reconocer que hemos crecido bastante, pero también debemos aceptar que estamos muy por debajo de lo posible y necesario.

Resultaría de suponer entonces que la declaratoria de nuestra Perla como Capital Mundial del Libro tendría más bien la pretensión de que la actividad editorial se potenciara entre nosotros y de que, al menos mientras esté vigente el nombramiento, las diferentes instituciones con posibilidades de hacerlo hagan un esfuerzo para quedar a la altura de las circunstancias. Dicho de otro modo, ser la capital mundial del libro debería dar pie a que la producción de libros durante este tiempo creciera de manera considerable.

Pero es el caso de que no se ha percibido nada extraordinario en este sentido. Tal vez el H. Ayuntamiento, que vendría siendo la dependencia más responsable de responder con decoro a la cacareada designación, nos tiene preparadas para fechas próximas un caudal de lecturas que, entre otras cosas, además de promover las firmas locales, resalten las muchas bondades y sólidos valores de nuestra población.

Ojalá que se esté preparando por ahí una buena historia de Guadalajara, por ejemplo, o quizás un acucioso tratado sobre nuestra rica literatura, tanto la antigua como la moderna, e incluso una descripción de lo mejor de nuestra arquitectura, que también tiene mucho por presumir, etcétera. Bueno, de perdida una buena historia de las Chivas Rayadas del Guadalajara y de las Ex Margaritas del Atlas…

Con ello se saldría del trance con cierto decoro, porque al paso que vamos tal parece que estamos encaminados a hacer el ridículo como el que hizo esa comisión para celebrar el bicentenario de la Independencia o el que a lo mejor imita la encargada de festinar el bicentenario del natalicio del llamado originalmente Estado Libre de Xalisco.

La sensación que domina es la de que, como lo rezaba aquella otrora famosa canción, será aquello que “pudo haber sido y no fue”.

Por otro lado, cabe reconocer que, si se ponen las pilas nuestras autoridades, al menos podrían salir a fin de cuentas con decoro dándole vida a una bibliografía de lo que se ha producido en y sobre Guadalajara o Jalisco o simplemente reeditar algo bueno que se haya hecho y esté ya completamente agotado.

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jl/I