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Cerrado por campaña

El Congreso del Estado está cerrado por campaña y a nadie parece incomodarle. Todo indica que los jaliscienses nos hemos ido acostumbrando a ese espacio ocupado por un montón de burócratas cuya utilidad desconocemos y que simplemente reciclan las malas prácticas: inasistencias, levantamanos por órdenes de sus jefes, nómina obesa, reparto de nombramientos bajo el principio de cuotas y cuates, por solo mencionar algunos.

Cada campaña desde hace varios años en el Poder Legislativo ocurre lo mismo. Los diputados que buscan un cargo de elección popular o participan activamente en alguna campaña hacen como que piden licencia, la asamblea hace como que llama a los suplentes y éstos simulan que trabajan. La realidad es que se convierte en un gran periodo vacacional.

Para los legisladores, mantener su salario es normal, aunque no se presenten a laborar. Y como es un asunto que implica a casi todas las bancadas, nadie protesta.

El 10 de abril pasado, la periodista Jessica Pilar Pérez publicó en este diario que de 25 diputados locales que buscan otro espacio de elección popular o repetir en el cargo, solo 13 solicitaron licencia para separarse del nombramiento que les hicieron los jaliscienses e irse a su campaña, mientras que únicamente habían sido llamados seis suplentes para ocupar los espacios vacantes.

Para que eso sea posible los diputados estiran al máximo lo que establece la ley en obligaciones para sesionar, así que nadie resulta afectado. De los pendientes legislativos nadie se acuerda, ni siquiera de aquellos que en otros momentos se convierten en el tema de grandes disputas políticas. Lo que importa es irse a la campaña y que el cheque no deje de emitirse.

La legislación en el estado es muy generosa con los diputados, porque solo les marca como obligaciones asistir a las sesiones de pleno y, quien no acude a estas reuniones, solo puede ser castigado con el descuento de un día de salario. Así que, si no hay sesión, no hay faltas y menos sanciones.

En otra revisión a las ausencias de los legisladores, Jessica Pilar Pérez dio a conocer el 9 de mayo pasado que hay diputados que han faltado a más de una quinta parte de las sesiones a las que están obligados a asistir. Es decir, que hay algunos que han faltado hasta a más de 40 reuniones del pleno.

Lo más irónico es que algunos de esos faltistas quieren reelegirse, como el líder de las ausencias, el panista Julio Hurtado Luna, quien según los datos publicados por Jessica en NTR Guadalajara ha faltado a 41 de las 190 sesiones de pleno ordinarias, extraordinarias y solemnes.

Todo lo anterior sin contar que una vez más fracasó el compromiso de reducir la obesa nómina del Congreso del Estado y tampoco se acabó con el reparto de nombramientos de funcionarios y magistrados bajo el principio de cuotas y cuates. Además, la actual legislatura se caracterizó por ser simplemente una ventanilla de trámites para el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y por carecer de una agenda propia.

Hace algunos años le escuché decir al notario Carlos Enrique Zuloaga que el problema con los diputados no era que no hicieran su trabajo y dejaran de legislar, sino que hacían más daño legislando. Así que tal vez deberíamos estar agradecidos con esta legislatura que seguramente pasará a la historia como una de las peores en el estado, pero que, entre menos trabajen, menos afectan a Jalisco.

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jl/I