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AC/DC: autopista al infierno sin límites

ESPECTÁCULO. Cuando sonaron los primeros acordes de Highway to hell todo el público se marchó a la vez a esa autopista que el grupo grabó en 1979. (Foto: EFE)

Camisetas negras y cuernos rojos centelleantes llegados de todo el mundo para ver a una banda con más de medio siglo de historia. Algo así solo está reservado para los elegidos, como AC/DC, que este miércoles protagonizó en Sevilla el que podría ser su penúltimo concierto en España, donde repite cita el próximo sábado en el mismo escenario del Olímpico de La Cartuja.

Es difícil acumular calificativos para un grupo que lo ha atesorado todo a lo largo de su vida, aunque es cierto que, aunque el espíritu es el mismo, de la formación original solo queda Angus Young, que tiene esa capacidad innegable para hacerse protagonista en el escenario por encima del cantante solista, Brian Johnson.

Sí es cierto que el sonido de la banda tapaba demasiado a la voz de Johnson, que se pasó las dos primeras canciones del show peleándose en mitad de Back in black, igual que no cabe discusión en que, como les pasa a las grandes bandas, por mucho que saquen a la luz nuevos trabajos, la gente enloquece con sus clásicos de siempre, como Thunderstruck.

Y todo ello en una Sevilla que les recibió con casi 40 grados a la sombra, lo que hizo que la ropa de colegial de Angus Young aguantase de una pieza tres canciones, no más. Eso sí, la gorra de Brian Johnson parecía atornillada a su cabeza, y de su voz iban saliendo Have a drink on me,

Hells bells o A shot in the dark, con esa duda que siempre se tiene al escuchar al cantante de Dunston de cómo puede su garganta aguantar casi dos horas de espectáculo sin un otorrino cuidándole entre bambalinas.

Puede que fuese por eso que le diese al público el protagonismo en los coros de Rock 'n roll train. A sus 76 años, lleva desde 1980 en el grupo, con la pausa de cuatro años en 2016 por unos problemas auditivos. Que esté considerado uno de los mejores vocalistas de metal del mundo no es arbitrario.

La gira, por cierto, se llama Power up, como su último álbum de estudio, que ha sido número 1 en ventas en 21 países, pero esas cifras no asustan a los “himnos” del grupo. Cuando sonaron los primeros acordes de Highway to hell todo el público se marchó a la vez a esa autopista al infierno que el grupo grabó en 1979. Son 45 años ya del tema que puede resumir en menos de cinco minutos toda una trayectoria en los cinco continentes. Angus, por cierto, se puso unos cuernos rojos para mimetizarse con el público y hacer casi real la expresión de “el estadio se venía abajo”.

Capítulo aparte para la comunión del público con el grupo. Y mención para el hecho de que muchos veinteañeros acudieran a verlos en directo, quizá por primera vez. El Olímpico sevillano era una amalgama de edades difícilmente vista en otro tipo de conciertos, o con otro tipo de grupos.

ESPÍRITU. El sábado repiten y harán las maletas para tocar en Alemania, Italia, Países Bajos, Austria, Suiza, Inglaterra, Eslovaquia, Bélgica, Francia e Irlanda. (Foto: EFE)

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