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¿Y la basura?

Tengo 42 años. Eso quiere decir que desde la adolescencia, cuando ya tenía cierta conciencia, he vivido con la recolección de basura de Caabsa Eagle como la referencia de este servicio que, en primera instancia, y constitucionalmente, es obligación del Municipio.

La primera noción real que tengo sobre el servicio de recolección fue aquella campaña sobre la separación de la basura domiciliaria. A las casas llegaron folletos en los que se explicaba a detalle que ciertos días el camión se llevaría los desechos orgánicos y otros, los inorgánicos y sanitarios.

El tríptico explicaba qué basura era de cuál y aseguraba que, a la postre, ello nos beneficiaría comunitariamente. (No sobra decir que en ese tiempo vivía, como ahora, en Guadalajara).

Al principio, la gente a mi alrededor cumplió con esa indicación, aprendiendo en el camino, en una incipiente educación ambiental colectiva. Contribuyó también, a decir verdad, que los trabajadores no recogían la basura si ese día a esa persona se le ocurría sacar la que no era.

Pero de a poco esa germinal iniciativa falleció: para que el esquema funcionara, el servicio de recolección tenía que ser prácticamente diario, porque si sacabas la basura sanitaria el jueves y ese día no pasaba el camión, debías esperar un par de días al menos para poderla volver a tirar, mientras te quedabas con ella en casa (o la dejabas afuera, como sigue pasando). Después, en algún punto, los recolectores comenzaron a revolver la basura. Era el día de orgánicos y te dabas cuenta de que echaban todo lo que la gente sacaba: ya no lo dejaban allí ni cuidaban que las personas cumplieran el calendario. ¿Entonces para qué seguirse tomando la molestia de separar las basuras desde casa para que al final toda terminara revuelta en el camión?, pensaban muchos.

Hace unos 13 años, en una plática con colegas, me preguntaron si los servicios municipales debían concesionarse. Yo respondí que sí. Me parece lógico que en algunos casos sea de esa forma: la geografía, la población, el tamaño del territorio, las limitantes financieras… factores que pueden meter en aprietos a los ayuntamientos para poder dar el servicio en cuestión, el de la recolección en este caso, pero eso no implica que a quien se lo otorgues pueda un día sí y cuatro no cumplir con las tareas por las que se le pagan desde el erario.

Ahora vivo en una esquina de una avenida muy transitada. Y desde que me mudé allí, en 2020, sufro realmente el servicio de Caabsa: el camión es inconsistente en días y horas; no recorre una cuadra específica, lo que hace que mis vecinos (no sé quiénes ni cuántos) elijan la esquina de mi casa para dejar sus bolsas por días, aunque después se haga un cochinero que debo limpiar; pasan a toda velocidad sin detenerse y no dan tiempo suficiente a salir a tirar la basura; no se llevan algo, pero si les das dinero, sí se lo llevan…

Escribo esto y es mediodía el jueves. El camión recolector no ha pasado desde el sábado. Hablé con mi mamá y me dijo que, en su casa, en Guadalajara también, salvo el domingo, como desde hace años, todos los días ha tenido servicio.

¿Qué criterios usa entonces la concesionaria para elegir cuáles y cuándo atender a ciertas colonias o rutas? ¿Hasta dónde tenemos que seguir tolerando un servicio que ya no cumple las exigencias de autoridades y usuarios?

Pero más allá. Si esa concesión termina, como parece ser, ¿serán capaces los ayuntamientos de dar solución eficiente y eficaz? Las respuestas pueden llegar en poco tiempo.

Unos cuantos meses.

X: @perlavelasco

jl/I