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Suicidio juvenil, un problema a aceptar

RIESGO. Ante la falta de reconocimiento de la problemática, no hay estrategias ante el suicidio juvenil, según el análisis del consultor Luis Miguel Sánchez Loyo. (Foto: Michelle Vázquez)

Pese a la incidencia de suicidios de jóvenes en Jalisco, el tema no se considera un problema de salud pública, según el consultor Luis Miguel Sánchez Loyo, encargado de realizar la evaluación investigativa El suicidio en los jóvenes de Jalisco”.

Contratada por la Secretaría de Planeación y Participación Ciudadana (SPPC), en la investigación el consultor analizó las estadísticas de suicidios en Jalisco entre 2013 y 2022 con datos disponibles en las plataformas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y encontró una tendencia creciente año con año en el estado, aunque en la población joven el año 2017 registró el pico más alto y a partir de entonces Jalisco registró indicadores sostenidos.

Pero al revisar los datos a nivel municipal, el consultor encontró variabilidad que le llevó a identificar diversos focos rojos.

“Respecto de los municipios con mayor número de suicidios juveniles entre 2013 y 2022, fueron los municipios metropolitanos: Zapopan (365), Guadalajara (321), San Pedro Tlaquepaque (263), Tonalá (194) y Tlajomulco (175); sin embargo, los municipios con mayor proporción de suicidios juveniles fueron Gómez Farías (83.3 por ciento), Tonaya (80 por ciento), Mezquitic (73.3 por ciento), San Ignacio Cerro Gordo (66.7 por ciento) y Atemajac de Brizuela (66.7 por ciento), en comparación con 38.2 por ciento de Jalisco”, describe el documento.

Sánchez Loyo también revisó las políticas públicas con las que cuenta Jalisco en torno al tema y los suicidios de jóvenes, y el hallazgo que destacó es que se debe poner el foco en la falta del reconocimiento del problema.

Pese a tener indicadores al alza y municipios con tasas altas, en ningún programa se describe al suicidio juvenil como un problema de salud pública, lo que el consultor considera un freno a acciones claves en materia preventiva y, por ende, evita que las tasas de mortalidad reduzcan.

“Respecto de las políticas públicas se observa que reconocen a la población joven como vulnerable; sin embargo, no se considera específicamente el suicidio en las personas jóvenes como un problema de salud pública en ningún documento de política pública, más aún ni en los programas de salud mental, ni en el programa nacional de prevención del suicidio. En consecuencia, no hay objetivos, estrategias y acciones coherentes para la prevención y atención del suicidio en personas jóvenes a nivel federal, estatal y municipal”.

Ante ello propone la creación de herramientas como un sistema de monitoreo en tiempo real con el fin de detectar de forma oportuna los focos rojos y analizar las posibles causas para que sean atendidas.

GR