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Atender la violencia, aceptándola

El diagnóstico elaborado por la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres (SISEMH) sobre la violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres en Jalisco arroja datos desoladores. Sin embargo, el documento, que acompaña las estrategias que se pondrían en marcha como parte de un programa estatal, parte de una realidad en la que se puede destacar la honestidad de la dependencia.

De nada serviría un trabajo de fondo como este si el punto de partida fuera maquillar las cifras o negar las fallas en la atención de esta agenda.

El 3 de junio pasado se publicó en el periódico oficial El Estado de Jalisco el Programa Estatal para Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. El documento marca los compromisos que de manera transversal asume el gobierno del estado a través de todas sus dependencias.

En el programa se incluye una línea de tiempo, en la que se destacan los momentos más importantes en la agenda de género, a partir del periodo de 1988 a 2000, cuando comenzaron las movilizaciones para que en el estado se legislara sobre violencia intrafamiliar; la creación del Instituto Jalisciense de las Mujeres en 2001; el proceso de legislación sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, la reforma para incorporar al Código Penal el delito de feminicidio y la tipificación de las diferentes violencias; las alertas de violencia de género estatal, en 2016 y federal, en 2018, entre otras acciones relevantes.

La importancia de esta línea de tiempo es el reconocimiento al camino recorrido por la sociedad civil organizada y las colectivas feministas.

Después de ese recorrido por la construcción de la agenda de género, la SISEMH hace un diagnóstico sobre las condiciones de vida y de violencia que enfrentan las mujeres, admitiendo el incremento en los delitos directos, como son el abuso sexual, la violación, la violencia intrafamiliar, los homicidios dolosos y los feminicidios.

Además de los datos, también retoma los últimos resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, en la cual, entre otros puntos, se menciona que 71.9 por ciento de las mujeres de quince años y más han experimentado al menos un incidente de violencia psicológica, física, sexual y económica, patrimonial o discriminación, ejercida por cualquier persona a lo largo de su vida, con lo cual la entidad ocupa la séptima posición nacional (en 2016 estaba en el tercer lugar) y, ante la misma pregunta, pero al reducir el periodo en el que se registraron hechos violentos en los últimos doce meses, 45.8 por ciento respondieron afirmativamente.

Pero además de los números, del diagnóstico podemos destacar el análisis cualitativo que se realizó sobre las debilidades en las instituciones encargadas de atender a las mujeres víctimas de violencia.

Por ejemplo, la falta de sensibilidad y capacitación del personal que atiende directamente a las víctimas, la saturación de las áreas de atención o la falta de coordinación entre las diferentes áreas que tienen responsabilidades en la materia.

De esta manera, en general, tener como punto de partida para la puesta en marcha del programa un diagnóstico apegado a la realidad es un ejercicio honesto, que vale la pena destacar.

Lo que sigue es que se activen las diferentes estrategias que marca el programa, diseñado desde la SISEMH pero que involucra prácticamente a todas las áreas del gobierno del estado para las diferentes tareas, desde la prevención hasta las sanciones que se deben aplicar y que exigen la dotación de presupuesto, de personal y, sobre todo, de voluntad.

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