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Derivar en estado de alerta

En su “Consejo para los jóvenes” (video en YouTube), Manfred Max-Neef señalaba que para poder incidir en el mundo que vivimos es fundamental ser coherentes con nosotros mismos. Frente a las múltiples voces que nos proponen “hacer lo que nos conviene”, Max-Neef invita a “hacer lo que se debe hacer”. Como ejemplos de esa coherencia de vida describía los efectos que tuvo la desobediencia civil de Rosa Parks para poner fin al racismo en los Estados Unidos, y la fuerza de la verdad con la que Gandhi orientaba todo lo que hacía que produjo la independencia de la India. Terminaba su charla proponiendo a los jóvenes aprender a derivar en estado de alerta porque lo inesperado puede surgir en cualquier momento.

“El compromiso en una época oscura”, dicen Benasayag y Del Rey (2014) no consiste en seguir promesas que llegan desde fuera, sino en desarrollar la potencia individual y colectiva que nos constituye. La transformación del mundo –precisan– solo puede realizarse en situaciones atravesadas por múltiples fuerzas inestables, en desequilibrio, en una serie ilimitada de relaciones contingentes. Comprometerse significa asumir la conflictividad, la contradicción, la imposibilidad práctica de llegar a acuerdos. Una sociedad que evita los conflictos es una sociedad que mediante relatos de bienestar y armonía genera mucha violencia. Comprometerse en la actualidad es comprender y experimentar los vínculos que nos tejen con los demás, buscar maneras múltiples y contradictorias para superar lo que nos hunde en la impotencia. La potencia activa del ser humano consiste en amplificar la vida e intensificar los intercambios.

El poder es una relación entre personas que se engendra en cada contexto relacional, no solo en las instituciones políticas o el Estado; es un modo de acción que fecunda y enriquece las capacidades humanas. Necesitamos pensar lo político, más allá de la política, como capacidades para hacer cosas por nosotros mismos en lo individual y colectivo. Y como empoderamiento, es elevar la conciencia de esas capacidades que se tienen para cambiar lo que está mal.

En unos días más los mexicanos estamos convocados a las urnas para ejercer nuestro derecho al voto en un contexto muy complejo y conflictivo. Las ideas señaladas por los autores invitan a ejercer el poder que nos constituye como personas, a tomar conciencia de la potencia que nos hace ser y deshacer, a desarrollar nuestras capacidades, a ser coherentes con nosotros mismos, a hacer lo que debemos hacer, a superar lo que nos hunde en la impotencia. Las/os actuales candidatos/as han hecho múltiples promesas, pero muchos de nosotros ya no confiamos en ninguna/o. Los contendientes anteriores, de distintos colores, nos fallaron, nos traicionaron, nos mintieron.

La disyuntiva entre continuidad y transformación planteada por quienes aspiran a conseguir el poder político es una falsa dicotomía. En toda sociedad es necesario el equilibrio entre la estabilidad y el cambio. Más allá de ir a votar, es momento de recordar que el poder está en la gente y solo es confiado momentáneamente a quienes elige como sus representantes.

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jl/I