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¿Transformar el Poder Judicial?

A principios de los 90, al discutir en la Academia Jalisciense de Derechos Humanos la pertinencia de crear en México instituciones para defender estos derechos, un compañero argumentaba que más que tener un ombudsman, lo que el país necesitaba era una reforma profunda al Poder Judicial. A 30 años de distancia la posibilidad de tal reforma está puesta sobre la mesa del debate nacional. Pero ¿transformar el Poder Judicial consiste en elegir jueces y magistrados mediante voto popular?

La justicia (Dike) en la mitología griega era hermana de la paz (Eirene) y del buen gobierno (Eunonía), y las tres eran consideradas hijas de Themis (la diosa de la balanza), es decir: buen gobierno, paz y justicia van de la mano para instaurar estabilidad social. Podemos preguntarnos entonces si las reformas propuestas van acompañadas de estrategias para una gobernanza en paz con justicia y dignidad.

La justicia es un valor que orienta el quehacer colectivo, y como valor, nunca puede imponerse. Su consecución supone deliberaciones impregnadas de veracidad (en lo que se dice), sinceridad (para alcanzar el entendimiento) y precisión (en las palabras que se utilizan).

El Derecho traduce tales valores y deliberaciones en normas, instituciones y procedimientos que regulan las relaciones colectivas, y es ahí, en el quehacer institucional, donde la justicia no logra ser ni pronta ni expedita: las normas no las conoce la gente, no existen autoridades suficientes para exigir su cumplimiento, muchas instituciones están rebasadas por la cantidad de asuntos que les llegan… Más aun, cada situación conflictiva requiere ser atendida con diferentes modalidades de justicia (retributiva, alternativa, distributiva, restaurativa…). ¿Personas elegidas por el pueblo tendrán capacidades para discernir lo que se debe hacer en cada circunstancia?

Hay que considerar también que, en las sociedades contemporáneas, además del derecho del Estado existen tanto el derecho local consuetudinario, como el derecho supra-estatal-internacional. La situación que se vivió recientemente con el aguacate en el marco del TMEC, por ejemplo, es una muestra de las previsiones que deben tomarse en cuenta para transformar el Poder Judicial.

Los actores sociales permanentemente buscan mover el derecho a su favor. La política constantemente quiere subordinar al derecho en su beneficio. Si la justicia se instrumentaliza pierde su fuerza para actuar de manera legítima, y si el Estado pierde la capacidad de administrar justicia deja de ser referente de las relaciones sociales. Hay que especificar bien las condiciones en las que debe operar cada una de las formas de justicia (formal o informal) de las que se está hablando, ya que al informalizar el Derecho se diluye también la distinción entre Estado y sociedad civil. El Derecho es la solidificación de la justicia.

Aunque urge transformar el Poder Judicial para atender los reclamos de personas que han sufrido marginaciones y desprecios, las propuestas hechas hasta el momento dejan mucho que desear al no discutir los problemas centrales sobre el acceso y la impartición de justicia, y es poco lo que aportan para lograr la estabilidad social que México necesita.

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jl/I