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Nuestro planeta, nuestro futuro

El Día Mundial del Medio Ambiente 2024 (5 de junio) tuvo como lema “Nuestras tierras. Nuestro futuro”. Tal celebración se llevó a cabo inmersos en la tercera ola de calor del año en México, mientras yo terminaba de escribir un texto sobre paz ambiental, paz ecológica y paz Gaia. Mi trabajo buscaba esclarecer qué aportan las teorías de paz para comprender situaciones que estamos enfrentando como humanidad: sequías, calentamiento global, huracanes, deforestación… Al ir redactando me quedaba la sensación de estar abriendo “la caja de Pandora”: ¿crisis socio-ambiental? ¿Desarrollo sostenido? ¿Ecocidio? ¿Sexta extinción de especies? ¿Crecimiento ilimitado?

La forma de vida del actual modelo tecnológico-capitalista es una máquina que arrasa la biodiversidad y desestabiliza el clima del planeta. Frente a ello, la paz ambiental plantea la urgencia de introducir una visión positiva de la paz para abordar los problemas globales, asumiendo que los seres humanos no somos el centro del universo, que urge cambiar nuestra perspectiva de lo que es la naturaleza, entender que la vida colectiva siempre se desarrolla en situaciones socio-ambientales específicas con recursos limitados, reconocer la eco-dependencia que nos constituye como humanos, anclar nuestra autoconciencia a una conciencia cósmica, y articular las tres dimensiones constitutivas de la paz: con los demás, con la naturaleza y con nosotros mismos.

Los problemas del siglo 21 son planetarios, no entienden de fronteras entre países, afectan a todas las personas y especies. La crisis ambiental es una crisis derivada de nuestras formas de comprender el mundo y, como cualquier crisis, la que actualmente vivimos puede ser un factor para el cambio social, para revertir el daño que le hemos hecho al planeta.

La paz ecológica invita a ver el planeta como un macrosistema complejo, reconocer el valor de la vida humana y no-humana, cuestionar los estilos organizativos, tecnológicos y patriarcales que afectan las relaciones entre los seres vivos y su entorno, aunar la plenitud personal con el equilibrio planetario e introducir valores éticos y sabiduría ecológica en la economía, la ciencia y la tecnología. Los valores ambientales priorizan la autodeterminación, el desarrollo endógeno, los intercambios de saberes.

Desde la hipótesis Gaia que plantea el sistema de vida planetario como una totalidad autorregulada y autorregulante que permanentemente se está autorreproduciendo; que el planeta mismo se encarga de mantener un entorno físico y químicamente óptimo para la sobrevivencia; que los humanos pertenecemos a Gaia y no al revés y que Gaia no se comporta de forma pasiva frente a lo que supone una amenaza para su existencia, sino que genera mecanismos para contrarrestar los daños que le provoca la humanidad; la paz Gaia propone articular como un solo proceso la paz interior y la paz con el planeta, utilizar las problemáticas ambientales como puntos de partida para resolver los conflictos humanos o actuar desde tres perspectivas diferentes y complementarias de la justicia: intrageneracional, interespecies e intergeneracional.

La paz surge cuando nos sentimos unidos al universo, a la naturaleza, a los demás seres humanos. Cuidar nuestra tierra es velar por nuestro futuro como especie.

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jl/I