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El abogado de los amparos
Porque nos la quitaron
A partir de las elecciones del pasado 2 de junio se ha registrado una fuerte volatilidad en los mercados financieros mexicanos, especialmente en los índices de la Bolsa Mexicana (BMV) y en la paridad del peso frente al dólar.
En la BMV ha habido una tendencia negativa durante casi todo este año, debido a procesos especulativos internacionales, y la caída se acentuó a raíz de las elecciones. Una caída significa que quienes tienen dinero metido en la bolsa deciden sacar dinero en mayor medida en que lo meten, con lo que se abaratan las acciones. Del pasado 21 de enero al 31 de mayo, la bolsa mexicana perdió 6 por ciento de su valor, pero esto se acentuó gravemente con el resultado electoral, perdiendo un 6.2 adicional al 3 de junio. Luego se recuperó al día 6, pero ha vuelto a caer, y al 16 de junio está sólo 0.9 por ciento por encima de su punto más bajo del 3 de junio. Por su parte, la paridad del peso cerró en promedio a 16.96 por dólar al cierre de mayo y pasó a 17.71 al lunes 3 de junio (se depreció 4.4 por ciento) y, con altibajos, siguió depreciándose hasta el día 12, llegando a 18.76. Ayer se recuperó a 18.46. En suma, se ha depreciado 6.2 por ciento.
Cuando se afirma que los resultados electorales han otorgado un poder total a las fuerzas gobernantes, debido no sólo al avasallador resultado presidencial, sino al de la mayor parte de las gubernaturas, al de los resultados municipales y, sobre todo, a la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la cercanía a ésta en la Cámara de Senadores, parecería que la toma de decisiones fuese autónoma al poder económico… pero así no funciona la realidad.
El poder económico del Estado mexicano es muy reducido, los impuestos que se pagan sólo representan 16 por ciento del PIB, muy por abajo hasta del promedio de América Latina, no se diga con respecto a los Estados Unidos y mucho menos con respecto a Europa (más de 35 por ciento). En los países con mayor calidad de vida, el peso de los impuestos (especialmente a las grandes empresas y fortunas multimillonarias en dólares), ronda el 50 por ciento del PIB. Por otro lado, gran parte del control económico de México se encuentra en los grandes corporativos, que dominan el mercado en la mayor parte de los sectores y en el poder de decisión de las mayores instituciones financieras, inclusive en el Banco de México.
Ante la expectativa de un poder político fuerte, los señores del dinero reaccionaron rápidamente. No es que “los mercados se pongan nerviosos”, el mercado es un espacio de compra-venta, no un ser racional. Los mercados no “toman decisiones”, éstas las toman seres humanos de carne y hueso, igual que usted o yo. Cuando se cambian pesos por dólares y se deprecia nuestra moneda o cuando se saca dinero de la Bolsa de Valores, estamos hablando de un juego político de fuerzas. “Si quieres afectar mi poder financiero, yo puedo llevarme mi dinero a donde sea y a ver cómo le haces”. La respuesta de Sheinbaum ha sido “bajarle tres rayitas al tigre”. No es que en México no vayan a existir contrapesos, es que el poder de quienes controlan el dinero enfrenta a la leve posibilidad de tener un contrapeso real.
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jl/I