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El Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación publicaron ayer martes el documento Antiqua et nova: Nota sobre la relación entre inteligencia artificial y la inteligencia humana. Es un documento que orienta el debate ofreciendo orientaciones éticas y elementos de reflexión.
Paul Tighe, secretario del Dicasterio de Cultura y Educación del Vaticano establece que la IA “tiene que ver con nuestra capacidad humana de encontrar propósito y sentido a nuestras vidas, y ésta es una forma de inteligencia que las máquinas simplemente no son capaces de sustituir”.
Explica que “lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad”, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen. La reflexión se centra en el cómo se utilice la IA, de tal manera que incluya a los más débiles y necesitados, “eso es la medida que revela nuestra humanidad”.
Enfatiza que este saber de la IA puede iluminar y guiar un uso de dicha tecnología centrado en el ser humano, que como tal puede ayudar a promover el bien común, a cuidar de la casa común, a avanzar en la búsqueda de la verdad, apoyar el desarrollo humano integral, y favorecer la solidaridad y la fraternidad humana. En definitiva, es una herramienta que no sustituye al ser humano.
El documento alecciona a las personas sobre varias perspectivas desde las que se puede abordar a la inteligencia artificial de una manera crítica e identifica alertando sobre a qué debemos prestar atención para asegurarnos de que no hemos creado algo que pudiera ser un riesgo para la humanidad y la sociedad.
Para Mons. Tighe, la llegada de las redes sociodigitales ha posibilitado el apresuramiento para abrazar acríticamente la inteligencia artificial y sus novedades, pero prevalecen las actitudes de satanizarla o de bendecirla. Se abraza su enorme potencial, pero no se pone la mirada en los efectos contraproducentes que puede tener.
Razona en que “un día leemos en los titulares que la IA será la salvación de todos nosotros y al día siguiente que causará la aniquilación y el fin del mundo”.
En el fondo está la cuestión antropológica del ser humano, el qué significa ser humano. Y es válido preguntarnos con este documento ¿qué es lo que da a la vida humana un valor, un propósito, un sentido?
Desde la perspectiva de la ética se argumenta que hay cuestiones relacionadas con el futuro del empleo y la IA, sobre la guerra y la IA, y si se van a profundizar las desigualdades sociales y educativas en el mundo.
El escrito reconoce que la IA pueden reforzar y mejorar muchos aspectos de nuestra humanidad, como nuestra capacidad de razonar, de procesar, de discernir, de descubrir, de ver caminos nuevos, y de generar innovaciones.
Concluye el documento con la pregunta básica: ¿qué es lo que fomenta el bienestar de los seres humanos? En la tradición católica, la forma en que se entiende la inteligencia es algo más que razonar, calcular y procesar, sino que también incluye nuestra capacidad de buscar un propósito, un sentido y una dirección en nuestras vidas.
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GR