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Quinto Patio

El gobernador Enrique Alfaro Ramírez ¡vaya que tiene dinero público a su disposición para muchas cosas! Ya sea para contratar a sus amigos que le tratan de limpiar la imagen o para duplicar la nómina de su oficina. En su sexenio eso fue lo que ocurrió. El mandatario estatal se sirvió con la cuchara grande y pasó de tener una oficina de 2.3 millones de pesos en nómina quincenal a tener una de más de 5 millones y con el doble de gente a su servicio.

Limpiar una imagen como la del gobernador sí que sale caro. Más de 35 melones en sus ahora dos empresas favoritas y, aparte, 10 mensuales en su oficina que, entre otras cosas, realiza labores de comunicación social. ¿Y si todo ese dinero se usara para contratar buscadores o para difundir de manera masiva las cédulas de búsqueda? En la lógica alfarista eso no entra.

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El gobierno del estado continúa destinando ingentes recursos en publicidad para convencer a los jaliscienses de que “revivió” al contaminado río Santiago. Cual resucitador, afirma: “En este gobierno revivimos el río Santiago”; critica: “Sin la colaboración del gobierno federal”; presume: “Llevamos a cabo acciones para tener una mejor cuenca”, y después enlista lo que, dice, ha hecho; como invertir más de 4 mil 600 millones de pesos o construir y modernizar 19 plantas de tratamiento, así como 59 kilómetros de nuevos colectores.

Sin embargo, desmienten vecinos del río Santiago que el gobierno estatal lo haya “revivido”. Al afluente le siguen arrojando contaminantes. Apesta, como todo muerto. Las comunidades no observan mejoras. Y este fin de semana, a la altura de la ex hacienda de Zapotlanejo, en Juanacatlán, aparecieron miles de peces muertos. La hipótesis de lugareños es que kilómetros arriba, antes de Atotonilquillo, abrieron las puertas de la Presa Corona, y salieron las tilapias ya sin vida luego de que, consideran, alguna empresa descargó químicos que arrasaron con la fauna piscícola. Y al río “revivido” le arrojaron especies muertas, y algún tipo de veneno industrial. Como se ha hecho desde hace décadas, con impunidad.

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Suman cuatro las muertes en lo que va del temporal en Jalisco. La más reciente víctima fue la joven Paola, cuyo cuerpo fue rescatado este domingo. Lo más fácil ha sido para algunos denostar a quienes han fallecido al caer en algún canal o arroyo y ser arrastrados por la corriente, sin que los lapidarios criticones tomen en cuenta la responsabilidad de las autoridades de los tres niveles de gobierno. Sus acciones no garantizan el derecho a la vida de los jaliscienses, que deben sortear pesadillas con cada tormenta.

Hay zonas que son trampas mortales con cada lluvia. Un ejemplo, que detalla un especialista: tan sólo en El Colli y Santa Ana Tepetitlán, en Zapopan, se tienen identificados seis cruces de arroyos peligrosos, algunos de los cuales desembocan a nivel de calle. Uno es el canal del arroyo El Garabato que pasa por el cruce de Camino Nacional y las calles Azahares y Vicente Guerrero, punto en que Paola fue arrastrada con todo y vehículo. La muerte tiene numerosos rostros en el Área Metropolitana de Guadalajara, no solamente los que muestra la violencia criminal.

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