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Cláusula de gobernabilidad enmascarada

La representación política en México, en especial la proporcional, ha pasado por varias etapas evolutivas, mismas que se han reflejado en el sistema electoral. Cuanto el “partidazo” lograba con la mano en la cintura el carro completo, en el escenario internacional el país no era bien visto, que fue caracterizado como “la dictadura perfecta” (Vargas Llosa dixit). Para curarse en salud, en 1962 se introdujo la figura de “diputados de partido”, con la justificación de que “tanto las mayorías como las minorías tuvieran derecho a opinar, a discutir, a votar”.

El mecanismo para designar estos diputados establecía que el partido político que obtuviera 2.5 por ciento de la votación total recibiría cinco diputados, uno más por cada 0.5 por ciento de votos obtenidos, hasta un máximo de 20 diputados. Con esto se inauguró en México la incipiente “representación mixta”.

Sin embargo, no fue suficiente y, en la reforma de 1977 se estableció que serían 300 diputados por el principio de mayoría relativa (MR) y 100 por la vía de representación proporcional (RP). Con esta reforma, fue posible que miembros de la izquierda pudieran incorporarse como legisladores y así seguir impulsando reformas electorales para buscar más pluralidad en la representación.

Posteriormente, la reforma de 1986 elevó el número de diputados por el principio de RP a 200, con lo que se propició aún más la pluralidad en la Cámara. Sin embargo, se introdujo la infame “cláusula de gobernabilidad”, con la idea de compensar los curules cedidos a la oposición en la RP y permitir al asegurar al partido mayoritario (PRI) la toma unilateral de decisiones. Por fortuna, este dispositivo fue felizmente eliminado en 1993.

Si bien la Constitución establece que ningún partido podrá tener más de 300 diputados por ambos principios (MR y RP), permanece la posibilidad de que los partidos puedan tener el 8 por ciento de sobrerrepresentación (una cláusula de gobernabilidad enmascarada). La intención es que ningún partido pueda tener 60 por ciento de la representación en la Cámara de tal suerte que por sí solo pueda hacer modificaciones a la Constitución. Ese era el espíritu de la reforma.

Sin embargo, los partidos han hecho chicaneadas para lograr mayor representación de la que les corresponde (en 2018 Mario Delgado, presidente de Morena, se postuló como candidato a diputado por el Partido del Trabajo (PT); ya en la Cámara, se pasó a engrosar la bancada de Morena). La secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, indebidamente presentó la posible integración de ambas cámaras del Congreso, tarea que corresponde al Instituto Nacional Electoral (INE).

Desde la perversa cláusula de gobernabilidad, la sobrerrepresentación siempre ha sido usada por el partido mayoritario en el Congreso para obtener mayor porcentaje de representación de la votación efectiva obtenida en las urnas. La intención de Morena (y del presiente) es obtener los mismos resultados para reformar la Constitución. La Constitución mexicana se ha venido utilizado como un programa de gobierno: la estadounidense ha sido enmendada solo en 27 ocasiones en 228 años; la mexicana, más de 256 (770 artículos) desde 1917.

X: @Ismaelortizbarb

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