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Trayectos

Sin ser este ejemplo una estadística, es real que muchas mujeres somos acosadas y molestadas cuando nos movemos por la ciudad. Sea a pie, en los camiones, en la bici o en vehículos de alquiler, estamos sujetas a que nos griten, nos hagan tocamientos, nos hagan comentarios ofensivos o simplemente recibamos conductas agresivas o inapropiadas de las otras personas, mayormente varones, que también están en el espacio público.

Un recuerdo que tengo al respecto es de hace 20 años. Tomé un camión para ir a mi trabajo. Unos cinco minutos después se subió un señor que fácilmente rondaba los 70 años y se sentó a un lado de mí. Yo iba leyendo un libro. El señor comenzó a asomarse. Yo pensé que, como solía pasar, estaba intentando leer lo que yo leía, así que no le di importancia. En algún momento, en la Calzada, el camión se llenó. De repente sentí su mano en mi pierna. No fue un roce accidental: su palma abierta tocaba repetidamente mi muslo. Volteé a verlo y él hizo la señal de que me callara. Se levantó enseguida y se bajó en una parada de las inmediaciones de San Juan de Dios. Me quedé petrificada y después vino el enojo por no haber hecho nada, mi reproche por no haber al menos pegado un grito.

Lo volví a ver en el mismo camión. Incluso la vez posterior a ese episodio sentí alivio cuando el chofer no le dio la parada; otra más, él se subió, se sentó al lado de una chica y empezó a verla. Yo iba atenta, pensando en que, si le hacía algo, ahora sí yo respondería, pero por fortuna la muchacha se bajó casi de inmediato.

Este miércoles el Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (Imeplan) presentó el Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable (PIMUS), en el que, entre otros, revisa la forma de movernos de quienes habitamos esta ciudad. Desde el principio me llamaron la atención los datos en torno a cómo las mujeres nos trasladamos, los sistemas que utilizamos, lo que nos motiva… y que también esta forma de vivir las calles debería tener una perspectiva de género.

Por ejemplo, el documento señala que el patrón de movilidad femenina se caracteriza por trayectos cortos, con múltiples paradas, horarios variables y cargas adicionales, como cochecitos para menores o bolsas. Esto contrasta con los viajes masculinos, más directos y orientados a actividades laborales. Además, los viajes femeninos suelen involucrar tareas de cuidado o del hogar: 66.1 por ciento de los desplazamientos relacionados con estas actividades son realizados por mujeres.

La inseguridad es una constante en la movilidad femenina. El acoso sexual callejero y en el transporte público limita horarios y rutas de las usuarias: 7.7 por ciento reportó incidentes de este tipo en 2024, según la Encuesta de Satisfacción de Usuarios del Transporte Público (ESUTP). Las miradas lascivas (4.8 por ciento) y acercamientos intimidantes (2.1 por ciento) son los casos más frecuentes.

Además, las mujeres evitan zonas solitarias o mal iluminadas, mientras que la infraestructura de transporte, como los paraderos, recibe evaluaciones deficientes.

Por otro lado, en el AMG se han implementado estrategias para atender estos problemas, como los Puntos Púrpura hechos para solicitar ayuda inmediata, o integrar a personal femenino como conductoras de transporte público.

Mejorar la infraestructura urbana debe ir de la mano de erradicar la violencia en espacios públicos. Mientras, las mujeres seguiremos supeditadas a límites que, en general, no existen o no preocupan a los hombres al momento de moverse en la ciudad.

Acotadas.

X: @perlavelasco

jl/I