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Piden respetar distancia en avistamiento de ballenas en Bahía de Banderas

(Foto: Archivo Cuartoscuro)

Ante las 200 embarcaciones que se acercan todos los días para el avistamiento de ballenas jorobadas en la zona de Bahía de Banderas, especialista de la Universidad de Guadalajara (UdeG) advierte que estos navíos suelen romper la norma de ley para satisfacer a los visitantes.

La doctora Rosa María Chávez Dagostino, del Departamento de Ciencias Biológicas del Centro Universitario de la Costa (CUCosta) de la UdeG, explicó que los servicios ecoturísticos para la observación de ballenas jorobadas requieren el cumplimiento de la norma de ley para protección de la fauna, pero, con el afán de satisfacer las peticiones de los turistas observadores por la cercanía, suelen romper la norma que establece una distancia mínima de 60 metros con los mamíferos marinos.

Chávez Dagostino estudia el impacto de la actividad ecoturística, el crecimiento de la oferta y el cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana NOM-131-SEMARNAT-2010, que regula la observación de ballenas, lo relativo a su protección y la conservación de su hábitat para evitar riesgos, lesiones, alteraciones en el comportamiento y de los procesos biológicos en los mamíferos marinos.

“Los turistas, generalmente, quieren ver muchas ballenas y también tienen interés por aprender sobre la vida de éstas y el contexto en el que viven; verlas lo más cerca posible, esto independientemente de su origen, nivel educativo y experiencias con estos animales”, dijo Chávez Dagostino.

La investigadora estimó que en la bahía circulan 200 embarcaciones dedicadas al avistamiento de ballenas. La mayoría sólo sale una vez al día, aunque las más pequeñas pueden salir hasta cinco veces. En promedio, durante la temporada alta se realizan 920 viajes.

Remarcó que estos servicios turísticos alteran el comportamiento de las ballenas. Mientras los turistas observan, los animales tratan de evitar las embarcaciones que están en su ruta, lo que altera procesos como la alimentación de las crías y provocan estrés en las ballenas adultas.

“Cuando hay embarcaciones observando, las ballenas cambian de rumbo y duran más tiempo en salir a respirar; es decir, hacen buceos más profundos, esto pasa cuando las embarcaciones las acosan”, añadió la especialista del CUCosta.

Cuando hay mucho tráfico se incrementa el riesgo de colisión con las ballenas; además, de acuerdo con la investigadora, exploran si el ruido del mar puede afectarlas.

“El ruido en el mar puede ensombrecer el tipo de comunicación acústica de los mamíferos marinos. Y puede hacer que, si el animal avanza en grupos hacia los turistas y se les acosa, cambian de rumbo, y esto es un gasto extra de energía y tiempo invertido en esquivar”, informó la académica.

jl