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Pinos naturales, navidad sustentable

En los últimos años ha habido un interés creciente en la población por cuidar sus formas de consumo para no impactar de manera considerable el medio ambiente, y eso es una gran noticia. Algunas personas se están haciendo más susceptibles a información de carácter ambiental para contribuir con el planeta, pero no todas las recomendaciones al respecto son del todo ciertas.

Me refiero al caso de los pinos naturales de Navidad. Esta semana escuché a una persona que se dedica al rescate y rehabilitación animal a nivel de asociación civil denostar la compra de pinos naturales de ornato navideño.

El argumento de esta persona de reconocida labor activista para recomendar a sus conocidos no comprar este producto, fue que los árboles, al ser arrancados de su raíz, mueren, son utilizados como objeto de temporada y en escasas semanas se convierten en basura.

Agregó que es mejor comprar árboles artificiales o rentar otros plantados en maceta, con raíz, y que después de la Navidad siguen viviendo. Las personas que lo escucharon le dieron la razón. “Nunca había pensado eso, tienes razón”, “no hemos hecho conciencia sobre eso, ¿dónde rentan esos árboles en maceta?”, fueron algunas de las expresiones que surgieron con su comentario, que apelaba a cuidar el medio ambiente.

Su sugerencia y su punto de vista son válidos, pero pasó por alto un aspecto crucial que tiene que ver con la producción de estos pinos y que quiero aclarar. Actualmente es ampliamente reconocido por la comunidad científica que para conservar los bosques y selvas es necesario el uso sustentable y controlado de los recursos naturales. Pensar que el camino para lograrlo es no tocar los ecosistemas, es falso.

Bajo este entendido se creó la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), cuyo fundador, el científico mexicano José Sarukhán, tuvo que convencer a muchos hace 20 años de que teniendo un inventario de la diversidad biológica de que dispone el país se pueden aprovechar de manera regulada sus recursos, con miras a conservarlos. Esa es la política forestal en México y otros países.

En el caso de México, donde casi 80 por ciento de los bosques y selvas son propiedad ejidal (que le pertenecen a grupos de personas), se ha optado por pagarle a los dueños de esos valiosos ecosistemas para que los trabajen, obtengan dinero y así los conserven, pues de otro modo los transformarán en lo que sea, con tal de obtener recursos para vivir.

Tal es el caso de la producción de pinos navideños. Un total de 18 estados en México los producen, de manera controlada y con subsidios federales. Los principales son Michoacán, Estado de México, Puebla y Tlaxcala. Entre todos abastecen 46 por ciento de la demanda de pinos naturales en el país, el resto llegan de Estados Unidos y Canadá.

La actividad productiva de los pinos navideños nacionales de ornato ayuda a la conservación del suelo, genera servicios ambientales como oxígeno, retención de agua, regulación de temperatura, entre otros, y se les paga a productores para que vivan de eso.

Lo que deberíamos de pedir es que ingresen a Jalisco más pinos mexicanos, pues casi todos son de importación, pero en la medida en que se comercien estos ejemplares naturales se conservan los suelos forestales que los producen. Así que un árbol natural en casa sí es sinónimo de una navidad sustentable.

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