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Periodismo de esperanza

Ginna Morelo, ganadora del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo en 2018, nos propone siete actitudes contra la desesperanza en el periodismo.

Son medidas que hacen posible un periodismo en condiciones imposibles, que han cultivado la esperanza, y son las siguientes:

Humanidad. Reporteros de la revista digital Niú no se guardaron nada y contaron en clave de justicia la terrible realidad de los presos políticos en Nicaragua.

Resistencia. Los periodistas de Info revelan lo que hay detrás del negocio de los comités de distribución de alimentos promovidos por el gobierno de Venezuela, la expansión de un negocio corrupto.

Búsqueda. La que hicieron los periodistas de Prodavinci, en un país sin datos, para producir al reportaje “Vivir sin agua”, en el que explican en detalle el inequitativo acceso al agua en Venezuela.

Colaboración. La organización latinoamericana Connectas promovió una alianza de medios para reportear y explicar cómo el gobierno de Venezuela compra apoyos de países latinoamericanos con el petróleo.

Narrativa. Con habilidad los escritores de La Vida relatan cómo es sobrevivir en el hospital pediátrico de Caracas, José Manuel de los Ríos.

Asombro. Nada es normal es la consigna del reportaje “La generación del hambre”, del medio de comunicación El Pitazo de Venezuela.

El papa Francisco en su mensaje de la Jornada de las Comunicaciones Sociales de 2025 invita a los periodistas y comunicadores a narrar historias de esperanza, y que compartan la esperanza que hay en sus corazones.

Señala que, aun cuando parezca no dar fruto, “intentemos practicar una comunicación que sepa sanar las heridas de nuestra humanidad”.

El papa Francisco explica que no debemos permitir que nuestras reacciones instintivas guíen nuestra comunicación. Hay que sembrar esperanza siempre, aun cuando sea difícil.

“Demos espacio a la confianza del corazón que, como una flor frágil pero resistente, no sucumbe ante las inclemencias de la vida, sino que florece y crece en los lugares más impensados”, y da los siguientes ejemplos de esperanza:

1. La esperanza de las madres que rezan cada día para ver a sus hijos regresar de las trincheras de un conflicto.

2. La esperanza de los padres que migran entre mil riesgos en busca de un futuro mejor.

3. La esperanza de los niños que logran jugar, sonreír y creer en la vida incluso entre los escombros de las guerras y en las calles pobres de las periferias de las ciudades.

E invita a los comunicadores a ser promotores de una comunicación no hostil, que difunda una cultura del cuidado, que construya puentes y “atraviese los muros visibles e invisibles de nuestro tiempo”.

Conclusión: que los comunicadores cuenten historias de esperanza, teniendo en cuenta el destino común y escribiendo junto con la gente la historia de nuestro futuro como humanidad. No olvidar nunca el rostro del otro; y que la comunicación hable al corazón de las mujeres y los hombres a cuyo servicio está dirigido el trabajo de periodistas y comunicadores de esperanza.

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