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La educación también tiembla

Con magnitud de 7.7, un sismo vuelve a hacer temblar las escuelas de México. Cada año, el 19 de septiembre, la SEP ordena que en las instituciones educativas se haga un simulacro de evacuación con protocolos. Se recuerda aquel fatídico sismo de 1985. Curiosamente, otro 19 de septiembre, pero de 2017, México vivió otra sacudida.

Ayer se sintió a las 13:05 en diferentes estados de la República. El epicentro fue Michoacán. Se suspendieron clases en distintas instituciones por órdenes de gobernadores y de los secretarios de Educación de varios estados.

Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, indicó daños en Tolimán y Zapotitlán. Nuestras escuelas deben ser revisadas, ya que muchas de ellas son antiguas o no cuentan con sistemas de construcción que soporten sismos. Se deben revisar enjarres, columnas, vigas, losas y, ante un daño, dar aviso al 911 o a Protección Civil. Maestros y directivos cada año practican simulacros llevando a los alumnos a zonas de menor riesgo que se identifican por Protección Civil. Se instruye que durante el temblor deben resguardarse bajo su butaca, cubriendo su cabeza con sus brazos, alejándose de cristales u objetos que puedan caerles y posteriormente salir con calma.

En las escuelas debería haber simulacros no solo para sismos, sino sobre incendios o el uso de armas. Deberían tener personal de seguridad, cámaras, capacitación a maestros, directorios de autoridades, equipamiento, camillas, enfermería… Las escuelas deberían ser los lugares más seguros para refugiarse de un sismo, por lo que suspender clases no debería ser opción.

El ingeniero Octavio Flores de la Torre es el director general del Instituto de la Infraestructura Física Educativa del Estado de Jalisco (Infejal), que se responsabiliza de ampliar la infraestructura escolar; construye, equipa y mejora los inmuebles destinados a la educación, norma las condiciones para autorizar o no que una institución pueda operar. Tiene supervisores que revisan y dictaminan la rehabilitación, el reforzamiento, la reconstrucción y, en su caso, reubicación de las escuelas.

Actualmente las escuelas se quejan de lo estricto que ha sido dicho instituto tras las tragedias del Colegio Rébsamen o el incendio de la Guardería ABC, pero todos temblamos cuando un sismo nos recuerda lo frágiles que podemos ser ante la naturaleza.

Ojalá que fuéramos así de estrictos no únicamente para la infraestructura escolar, sino para elegir secretarios de educación, directivos y docentes. Hoy México tiembla ante la incertidumbre de modelos educativos que no incluyen herramientas básicas de formación que requieren nuestros hijos, como inglés, emprendimiento, manejo de emociones, ciencia, tecnología, cuidado de la salud y deporte, arte y creatividad.

Las réplicas en este sentido cada vez son mayores, contrariamente de lo ocurrido hoy. Muchas tragedias educativas se ven venir, pues las grietas entre quienes se educan por su cuenta y quienes no se hacen cada vez más anchas y profundas. La educación también tiembla.

 

jl/I