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¿Qué deberemos hacer?

El lunes se conmemoró a nivel internacional el Día de la Salud Mental y prácticamente pasó inadvertido para los gobiernos federal y estatales. Se supone que esta fecha, como muchas otras aprobadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), deben servir para revisar la situación de un país sobre el tema en cuestión y para evaluar las políticas públicas y los planes y programas gubernamentales para atender, en este caso, los problemas de salud mental y los indicadores positivos.

En consecuencia, debería haberse presentado reportes nacionales y estatales sobre ello. Deberían haberse presentado informes y evaluaciones de la situación psicológica y sobre cómo se están atendiendo los duelos de los familiares y seres queridos de las más de 500 mil personas que han fallecido a causa de la pandemia de Covid-19, de las más de 100 mil personas desaparecidas forzadamente y de las más de 132 mil personas asesinadas.

Se debía informar también cuál es la situación mental y cómo se están atendiendo los problemas psicológicos de las personas que han sido víctimas de los cientos de miles de delitos, de la violencia familiar, de la trata de personas, etc.

Asimismo, deberían haberse presentado reportes y evaluaciones sobre los servicios públicos de psicología, así como precisarse cuáles serían las medidas que se adoptarían para proteger la salud mental de las y los mexicanos al menos en los próximos dos años.

Las y los psicólogos organizados en colegios y asociaciones hemos presentado a las autoridades federales, a las y los legisladores federales, y a varias autoridades estatales diversos análisis y propuestas para transformar unos servicios públicos de salud mental insuficientes, de baja calidad, excluyentes y, en muchos casos, éticamente incongruentes, a otros servicios públicos de salud mental suficientes, de calidad, incluyentes y éticos, como los necesitan y merecen las y los mexicanos; sin embargo, sólo hemos recibido silencio, una reforma de papel a la Ley General de Salud, una petición para que las y los psicólogos se sumaran voluntaria y gratuitamente a los trabajos para atender a la población en el marco de la pandemia y la continuidad de un modelo caduco de atención a la salud mental vigente en México desde hace décadas.

Podemos concluir que este sexenio ha sido un tiempo perdido, que ya no hay condiciones para una transformación en esto, ya que las autoridades y legisladores ya están distraídos y metidos ilegalmente en el proceso electoral de 2024. Ahora habrá que pensar, planear y trabajar sobre lo que deberemos hacer.

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JB