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Construir la paz en la mente

“Construir la paz en la mente de los hombres y las mujeres” es un lema de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El propio organismo recuerda que desde el preámbulo de su constitución, en 1945, proclama que “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”.

La promoción de la paz la realiza la UNESCO a través de la educación, las ciencias, la cultura, la comunicación y la información. En cada una de esas áreas, los gobiernos, las instituciones de diverso tipo y la sociedad mexicana en general tienen mucho por hacer. Construir la paz es una tarea colectiva. A todos conviene impulsar la paz. Es un punto de encuentro al margen de ideologías políticas, religiosas o de cualquier índole. Sin la paz nada es posible.

Si en la mente el ser humano construye su percepción sobre el mundo, la educación tendría que ocupar un papel fundamental para construir una cultura de paz. Educar es transformar. Es promover cambios de conducta individuales y sociales sustentados en valores clave, que incluyen los democráticos y de derechos humanos. Es modificar creencias que dañan a la persona y a su entorno. Es confiar en la fortaleza interna para redirigir los cambios hacia un mejor mundo.

En un Jalisco y un México hundidos en las múltiples violencias, el papel de la educación es fundamental para abrirle paso a la edificación colectiva de la paz, tanto en la mente como en el corazón, las emociones y el espíritu de los alumnos, los profesores y los padres de familia.

El libro Por el gusto de conocernos, reflexiones en torno a la paz y las relaciones interculturales, que es parte de la Caja de herramientas en educación para la paz, publicado por la oficina de la UNESCO en México, plantea que “la paz no es solo un estado en el que no hay guerra, es mucho más que eso. Es un estado (social, económico, ecológico, jurídico, político y cultural) sin violencia, en donde hay seguridad, bienestar y oportunidades de desarrollo para todos. En donde los conflictos se resuelven a través del diálogo y el debate respetuoso e incluyente, con reconocimiento de las diferencias y en busca de puntos comunes que permitan el entendimiento y la cooperación mutua para la realización de proyectos compartibles”.

Aclara que “la paz es un estado en el que se cumplen todos (no sólo algunos sino todos) los derechos humanos”. Y un derecho básico, la educación, puede ser un buen constructor de la paz en la mente humana.

Estamos abotagados por la abultada información y escasa justicia sobre crímenes, desapariciones, asaltos, impunidad, lesiones y una larga lista de actos cotidianos de crueldad extrema y de otro tipo de violencias, como la pobreza o la discriminación. Estamos cansados. Si bien existen las víctimas directas, todos somos víctimas de alguna manera. Nadie se escapa al imán de la violencia, que atrae, succiona, envuelve o que amenaza con lastimar más tarde.

Necesitamos quedarnos no solo con la visión oscura, fatídica, egoísta, narcotizada, sangrienta, pesada, que es real, para enfocarnos también en una visión que aliente la esperanza, la compasión, la solidaridad y la confianza de que la paz es posible. De que los lazos de hermandad son viables. Que las actitudes de disposición al diálogo, la escucha o el respeto son posibles en medio de las tormentas. Que el impulso para pulir las mejores cualidades del ser humano puede abrirse paso, sin manipulación para buscar simpatías electorales o de otro tipo, sobre todo en este periodo, no para arrogarse la verdad única y absoluta.

Estamos en un momento difícil, complejo, donde la paz interior también es una condición sine qua non para construir la paz en México.

Twitter: @SergioRenedDios

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