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La malograda reforma electoral 

El pasado lunes se llevó a cabo, en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, el Foro Internacional En defensa del INE y la democracia mexicana, con la participación de ex consejeros del Instituto Nacional Electoral (antes IFE) y especialistas en asuntos electorales. Los ejes de la discusión fueron: ¿Es necesaria una reforma electoral en México?; y La importancia del INE para garantizar elecciones libres y equitativas en México. 

Ambos ejes resumen la discusión de la pretendida reforma electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Con relación al primero, es de señalarse que, por lo general, las reformas electorales se han implementado después de una elección presidencial, a instancias de la oposición para subsanar algunas deficiencias observadas en esa contienda electoral y aplicarse en la siguiente elección intermedia, a modo de ensayo. 

En el caso de la reforma propuesta, la iniciativa no es presentada por la oposición, sino por el partido en el poder y para implementarse en la elección presidencial de 2024, sin tener una contienda intermedia para observar los resultados de la reforma. Es entendible esta iniciativa por los magros resultados de las elecciones de 2021 para Morena dado que no le salieron bien las cuentas al perder la mayoría calificada en la Cámara de Diputados (para hacer enmiendas a la Constitución) y con la reforma electoral pretenden obtener en 2024 la mayoría necesaria. 

La iniciativa de marras se presentó sin previa discusión entre las diferentes fuerzas políticas del país. Se argumenta que se realizarán en un parlamento abierto de discusión ex post a la propuesta, aunque es sabido que la consigna es “no moverle ni una coma” (como con otras iniciativas). En una maniobra torpe de los legisladores del Partido Acción Nacional —como con la pretendida reforma eléctrica— el grupo parlamentario sacó, motu propio, su propia iniciativa (también sin considerar otras entidades políticas y académicas). 

Ante la pregunta de si es necesaria una reforma electoral antes, al menos a la conclusión a la que se llegó en el foro es que no lo es. Pero que sí debe considerarse la posibilidad de realizar cambios a la legislación electoral para subsanar algunas deficiencias, pero en el marco de una discusión amplia entre actores políticos, académicos especialistas y autoridades de los organismos electorales del país. 

Con relación a la viabilidad de que el INE pueda llevar a buen puerto el proceso electoral de 2024 —donde se disputaran el mayor número de cargos de elección popular en la historia— el organismo electoral ha probado ser una institución profesional que goza de la mayor confianza de los ciudadanos (aunque en últimas fechas se ha visto reducida gracias a los constantes ataques emanados del púlpito mañanero). 

El INE debe tomar notar que funcionarios públicos de Morena (los denominados corcholatas) han acudido los fines de semana a apoyar a sus candidatos por dos motivos: para apoyar abiertamente a los candidatos de sus partidos y para placearse, en francos actos anticipados de campaña, con gritos destemplados de “presidente, presidente”. El acabose fue la sinvergüenzada al utilizar el Senado para dar cobijo a candidatos de Morena (Tamaulipas y Aguascalientes) en un claro acto de proselitismo, acompañados del líder partidista. 

En definitiva, la reforma electoral del Ejecutivo nació muerta y el INE organizará las elecciones de 2024 con las reglas del juego actuales (aunque para hacerlo Morena hará cambios legales y recortará el presupuesto del INE para tener argumentos en su contra). 

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jl/I