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De democracias y corrupciones

Esta semana se han publicado dos estudios fundamentales para entender lo que está ocurriendo en el mundo y en nuestro país. El primero es el que, desde 2006 al más reciente en 2022, evalúa el estado de la democracia en 165 países independientes y dos territorios. Este año el Índice de Democracia 2022 elaborado por la Unidad de Inteligencia del The Economist titula el informe como Democracia de avanzada y la batalla por Ucrania.

El Índice de Democracia se basa en cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles. Clasifica los regímenes de acuerdo a su puntaje: “democracia plena”, “democracia defectuosa”, “régimen híbrido” o “régimen autoritario”.

En esta edición se destaca que casi la mitad (45.3 por ciento) de la población mundial vive en algún tipo de democracia, mientras que más de un tercio (36.9 por ciento) vive bajo un régimen autoritario en 59 países. En 2022 se contabilizaron solo 24 países como “democracia plena”, lo que representa tan solo el 8 por ciento de la población de los 165 países considerados.

Se estima que el progreso democrático está estancado pues, de 2021 a 2022 en promedio mundial, pasó de 5.28 a 52.9 (mejoró tan solo el 0.01). De 2006 a 2022 ha habido un descenso en la calificación pues pasó de 5.52 a 5.29 en promedio mundial. Sin embargo, en la región de Latinoamérica pasó de 7.18 en 2006 a 5.79 en 2022, en promedio. Lo preocupante es que México pasó de 6.9 (2010 a 2013) a 5.25; esto significa que –de acuerdo con este índice– la calidad de la democracia en nuestro país, en lugar de mejorar, ha empeorado. México pasó de ser un régimen con una “democracia defectuosa” a una de “régimen híbrido” (está en el lugar 89 de 165 países; Dinamarca está en el quinto lugar).

El otro estudio que apareció esta semana fue el que, desde 1995 viene realizando la organización Transparencia Internacional (TI), el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) en 180 países que evalúa el nivel de corrupción en el sector público, en una escala de cero (muy corrupto) a 100 (muy baja corrupción). El primer lugar se lo lleva, claro, Dinamarca (90). En términos generales, el estudio muestra que 124 países tienen niveles de corrupción estancados y que el número de países en declive va en aumento. México tiene una calificación de 31 (en 2014 era 35), lo que lo ubica en el lugar 126 de 180.

El informe anota que “los países con niveles más altos de corrupción tienen más probabilidades de exhibir también niveles más altos de crimen organizado y mayores amenazas a la seguridad” y que, en países como México, “los oficiales de la ley y funcionarios corruptos colaboran con bandas criminales o aceptan sobornos a cambio de hacerse de la vista gorda de sus actividades”.

Si bien determinar la calidad de la democracia tiene que ver con una variedad de dimensiones e indicadores, el combate a la corrupción es esencial para mejorar su desempeño. A mayor corrupción menor evaluación positiva de los ciudadanos a la democracia: La falta de decisión de los gobiernos para combatir la corrupción con acciones efectivas y permitir debilitamiento de las instituciones públicas socavan la democracia.

Dice la frase bíblica que “por sus frutos los conoceréis” y, en efecto, la divisa del régimen de la 4T ha sido “primero los pobres” y el “combate a la corrupción”: con el aumento de los pobres y con una impunidad de 95 por ciento (México Evalúa) es muy seguro que el proyecto de la 4T quedará como un fracaso estrepitoso producto de un gobierno que se enfoca en la polarización, el mesianismo y conservar el poder.

Twitter: @ismaelortizbarb

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