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El candidato eterno

Ralph Nader es un político norteamericano de origen libanés. Activista contra el consumismo, ha sido el eterno tercer candidato en la sociedad polarizada del país del norte. Ya de 80 años, se ve difícil que pueda competir en la próxima elección presidencial, pero tampoco se puede asegurar. Por 30 años se ha presentado en las urnas y a lo más que ha llegado es a evitar que Bush y Kerry llegaran a ganar la elección presidencial.

México también tuvo su candidato eterno en la figura de Nicolás Zúñiga y Miranda (1865-1925). Participó como candidato a la Presidencia de la República en elecciones de 1892, 1896, 1900, 1904, 1910, 1917, 1920 y 1924. Obvio, como Nader, nunca ganó, pero compitió bajo el lema de “candidato de la gente”. En su primera contienda denunció un fraude electoral y, después de un tiempo en la cárcel, se declaró “presidente legítimo”.

A diferencia de estos dos candidatos, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), después de dos contiendas electorales, logró ganar la presidencia (a la tercera es la vencida). Sin embargo, lo que lleva en la Presidencia no ha dejado de ser candidato: las mañaneras se han convertido en su principal palestra para actuar como el candidato eterno.

Durante su encargo no ha dejado de actuar como tal: habla de “nuestros adversarios” como si siguiera en campaña. Ha usado las conferencias matutinas para insultar a cualquiera que no comulgue con sus ideas: a políticos de otros partidos, a medios de comunicación y periodistas (nacionales e internacionales), a empresarios, a la clase media, a organismos internacionales, a los órganos constitucionales autónomos (IFE, Inai, Cofece, IFT) y, más recientemente, al Poder Judicial, en especial a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), y de entre ellos, a los que no le son afines. No deja títere con cabeza.

No conforme con ello, en noviembre de 2021, en un evento en el Zócalo, AMLO lanzó a Claudia Sheinbaum como candidata de Morena a la Presidencia. Desde entonces, y desobedeciendo los reglamentos que regulan campañas electorales, la ha lanzado a una contienda electoral persistente. AMLO ha sido su principal promotor, pero también ataca sin pudor a Xóchitl Gálvez.

Esto a pesar de que en un acto del 9 de septiembre pasado AMLO le pasa el “bastón de mando” a Sheinbaum, aunque ésta nunca lo ha ejercido: le pasó un bastón, pero no el de mando, pues el presidente sigue siendo el factor de decisión dentro de Morena.

Pero no solo le ha negado el protagonismo a la precandidata, sino que ahora le ha atado las manos con las iniciativas presentadas por AMLO el pasado lunes, de tal suerte que a Sheinbaum no le quedará otra que defender dichas iniciativas que, de aprobarse, impactarán a la próxima presidenta de México, sea Claudia o sea Xóchitl.

Algunas de las iniciativas no pasarán en el Congreso, especialmente las 18 constitucionales, por no contar con las dos terceras partes de los legisladores. Pero en eso consiste en plan C; esto es, que en las próximas elecciones, Morena logre el número de legisladores y de gobernadores (y congresos locales) para impulsar los cambios legales y constitucionales para el “segundo piso” de la transformación.

En todo caso, los temas de las iniciativas abrirán el camino para su discusión en la escena pública para evitar debatir en torno a los problemas que más aquejan a nuestro país en el momento y el fracaso del gobierno de AMLO: la seguridad pública, la salud y la educación.

Así, aunque diga que cuando termine su presidencia se retirará de la vida pública, AMLO seguirá manejando los hilos de Sheinbaum si ella ganara y seguirá siendo el “eterno candidato” (siempre en campaña).

X: @Ismaelortizbarb

jl/I