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Relatoría

En menos de una semana, en el estado han ocurrido diversos eventos que, por desgracia, parecen ser la dolorosa tónica en lo que va de 2024 en la Zona Metropolitana de Guadalajara y, en una u otra medida, en toda la entidad, como una ineludible muestra del camino por el que transita Jalisco ya desde hace algunos años.

El viernes, en Ciudad Guzmán se reportaron enfrentamientos entre civiles armados y la Guardia Nacional, lo que provocó bloqueos en carreteras, con vehículos incendiados, e intensas balaceras en varios puntos del municipio. Los pobladores alertaron sobre la violencia a través de redes sociales, desde sus casas o escuelas, mientras que el presidente municipal Alejandro Barragán confirmaba el enfrentamiento y llamaba a los habitantes a resguardarse. El saldo: un elemento de la Guardia herido.

Luego, el domingo, un grupo de muchachos fue agredido a balazos en una vivienda particular de Tlaquepaque; siete de ellos fallecieron y una de las víctimas aún está viva. De los asesinados, cinco son menores de edad, al igual que quien sobrevivió; las otras dos personas muertas tenían 20 y 23 años.

El mismo domingo por la tarde, en Tonalá, un agente de la Fiscalía repelió la agresión a balazos de quienes le pretendían robar la motocicleta en la que iba, todo ello frente a su hijo. Ambos están bien.

La noche del lunes, una mujer encontró muerto a su novio en la casa de este, en Zapopan, luego de no saber de él por un par de días. Se trataba de un uniformado de ese mismo municipio comisionado a la Policía Metropolitana. De acuerdo con las autoridades, el agente fue víctima de una agresión.

El martes por la noche, por otra parte, fueron encontradas ya sin vida tres personas en una zanja, en el municipio de Tlajomulco. Los cuerpos tenían huellas de violencia y estaban maniatados.

Además, este miércoles, colectivos de personas buscadoras dieron a conocer el hallazgo de nuevas fosas ilegales en Santa Ana Tepetitlán, en Zapopan. Se trataría, al menos preliminarmente, de cuatro cementerios clandestinos; estos puntos de inhumación están en una zona en la que ya se habían encontrado víctimas en otra ocasión.

Y volviendo a Tlaquepaque, entre la colonia El Tapatío y el fraccionamiento Revolución, este jueves un enfrentamiento de la Guardia Nacional con civiles armados dejó como resultado una mujer fallecida, 17 personas detenidas y el hallazgo de varios cuerpos; también se decomisaron armas, vehículos, drogas y dinero en efectivo. San Pedro Tlaquepaque, en lo que va del año, nos ha dejado varios hechos de alta violencia. Las autoridades nos dicen que están relacionados con la disputa por la zona de dos organizaciones criminales.

Cuando revisaba nuestro trabajo de esta semana caí en cuenta de que habían ocurrido muchos hechos de gran impacto –por ponerle un adjetivo– en muy poco tiempo. Porque fuera de los enfrentamientos con corporaciones policíacas o bloqueos carreteros o masacres despiadadas nos faltaría enlistar aquella inseguridad común a la que, parece, nos hemos acostumbrado a fuerza de hacernos de una capa gruesa para no ser tan susceptibles a una realidad marcada por personas desaparecidas todos los días, hombres y mujeres baleados al llegar a su casa, robos de nuestros bienes, asaltos a nuestros negocios, violencia machista…

Sí, todo esto es lo que causa que nuestra percepción de inseguridad sea alta. Quienes gobiernan la suelen demeritar porque no es medible objetivamente, porque es eso, una sensación, un sentimiento generado por nuestro entorno, que puede ir al alza pese a que en los números objetivos, por ejemplo, estén matando a menos gente en nuestra ciudad, nuestro estado, nuestro país. ¿Pero cómo no sentirnos indefensos cuando, sin importar la dirección adonde miremos, hay una realidad ineludible? Una violencia que parece no tener fin.

Inocultable.

X: @perlavelasco

jl/I