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Comenzaron las campañas y la propaganda electoral

Finalmente, el periodo oficial de campañas comenzó y, con ello, nos esperamos el desarrollo de contiendas en las que puedan verse con más amplitud, no necesariamente claridad, las plataformas que las candidatas y el candidato a la Presidencia tengan para los electores.

En esta fase del inusitado y largo proceso que comenzó fuera de la normativa electoral, en junio del año pasado, la exaltación de los valores que cada una de las marcas políticas puso a consideración de la ciudadanía no podía, de manera expresa, solicitar el voto; por otra parte, tampoco podía establecer menciones específicas de las candidaturas alternas a la propia, con lo que muchos de los argumentos utilizados quedaban como manifestaciones un poco abstractas que, más que claridad, oscurecían el discursos para el ciudadano promedio. Ciertamente, la insistencia sobre la continuidad o el cambio quedaron manifiestos durante este ciclo.

La perspectiva de buscar claridad en la presentación de las plataformas que suscriban las candidaturas estará dentro de dos órdenes diferentes. Por una parte, el discurso que se dirigirá a las bases centrales de los partidos que los postulan. No habrá cambio de ritmo o de planteamientos porque básicamente se dirigirán a un núcleo convencido de la orientación del voto. Se tratará sencillamente de fortalecer el vínculo. En este sentido, el candidato de la tercera opción lleva una enorme desventaja.

En segundo lugar estará la parte discursiva dirigida a una zona que preocupa a todas las candidaturas, es decir, los no convencidos en el voto. En efecto, habrá quienes no estén convencidos para la postulación presidencial, pero que, en un caso como el de Jalisco, que cambia de gobernador, no tengan la claridad de cómo establecer la votación en el caso de la Presidencia, gubernatura, presidencia municipal, senador, diputado federal de su distrito o diputado local de su distrito. Es decir, tendrá que elegir seis variables en la misma votación. De forma que el convencimiento para la franja que aún no decide la orientación del voto debería constituir el objetivo central de las campañas.

Aunado a esta dimensión del reto que representa este campo, todo el proceso se va circunscribir en un fenómeno que los votantes deben padecer cada tres años, esto es, la propaganda electoral que, por cierto, no hemos dejado de percibir desde junio del año pasado. En este sentido, hablando de tiempos oficiales para este fin, el catálogo de medios de radio y televisión asciende a 3 mil 709 estaciones en donde se tiene pensado pautar 52 millones 52 mil 106 promocionales. De estos, 30 millones 465 mil 726 corresponden a los partidos políticos.

Un volumen de estas proporciones se convierte más que en un elemento de información, en uno de confusión porque el fenómeno se va a reducir, en términos generales, a la información que se logre concentrar en las pautas publicitarias (spots), y el recurso del discurso se circunscribirá al tiempo en el que se pueda decir algo de la campaña en ese corto periodo que, en términos generales, se orienta más a identificar a la candidatura y partido, más que a presentar un esquema profundo de las características que definen el proyecto programático de cada una de las candidaturas.

A partir del 1 de marzo, la exposición será de más de 52 millones de pautas publicitarias para los partidos, contando también con más de 21 millones correspondientes a las autoridades electorales. De forma que el ejercicio queda en la ciudadanía en ver y profundizar más en la dimensión noticiosa que en la publicitaria, sin embargo, el peso publicitario se impone como la categoría de mayor exposición. De ahí que el tema de los debates constituye un elemento cualitativo de gran importancia para transmitir lo sustancial de la identidad y diferencia de cada oferta política.

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